Todos los capítulos de LA AMANTE EQUIVOCADA. Entre el amor y la venganza: Capítulo 81 - Capítulo 90
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CAPÍTULO 81.  No hay justificación
CAPÍTULO 81. No hay justificaciónEl problema era que, después de confiar en Grayson y de sentirse tan traicionada; Serena, de verdad, sentía que no podía confiar en sus instintos cuando se trataba de los hermanos Blackwell. Sin embargo, no podía negar que ni uno solo de los momentos que había compartido con Percy le habían parecido fingidos.Frente a ella, el muchacho respiró hondo y negó con tristeza.—Si quieres saber la verdad, es esta: soy realista, cínico y desapegado. Quizás hasta tengo un poco de rencor porque, después de todo, fui un niño que creció sin amor —respondió él, metiendo las manos en los bolsillos y encogiéndose de hombros—. Y, tristemente, no era porque mis padres fueran malos. Es justo decir que ambos eran buenas personas y que había mucho amor en mi hogar; simplemente, ninguno del que había alcanzaba para mí.Serena frunció el ceño porque esa explicación no era muy comprensible para ella.—Cometí un error —gruñó Percy—. Cometí el error de nacer después de Annab
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CAPÍTULO 82. Un pacto con el demonio
CAPÍTULO 82. Un pacto con el demonioY la respuesta era simple: no. A Serena no le bastaba con que mataran a todos y cada uno de ellos. De nada serviría para aplacar su ira si no los veía sufrir, de nada serviría para enterrar su dolor si no los veía arrepentirse y suplicar piedad, aunque ella definitivamente no estuviera dispuesta a concederla.—Es necesario, y sí, esta es la única manera, porque no quiero destruir a los hermanos Blackwell —sentenció con firmeza—. Haré que se destruyan entre ellos.Así que tomó aquel pequeño papel inútil, porque ya sabía muy bien cuál era el número de Grayson, y lo marcó en su celular para hacer una llamada mientras se dirigía hacia su despacho privado. Ni siquiera había sonado dos veces cuando escuchó su voz a través de la línea, y le pareció terriblemente ronca y preocupada.“Serena...”—Me dijeron que necesitas hablar conmigo —dijo ella, sin ningún tono especial en la voz.“Sí, quiero hacerlo. ¿Crees que podamos reunirnos en el estudio o...?”—En
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CAPÍTULO 83. En inicio del apocalipsis
CAPÍTULO 83. En inicio del apocalipsisLos labios de Grayson se convirtieron en una fina línea llena de frustración mientras miraba a aquella mujer. No la reconocía, no era capaz de entender el odio oscuro y visceral que la animaba, pero por desgracia su hermano menor tenía razón: a menos que le siguiera el juego, jamás lo descubriría.Se acercó a ella despacio, controlando toda aquella vorágine de malos sentimientos que se provocaban el uno al otro, y la miró a los ojos, desesperado por encontrar a la mujer de la que hacía un año se había enamo...No. Ya no podía usar esa palabra.Pero había otras, otras que tampoco habían desaparecido y que emergieron de golpe en el mismo segundo en que sus cuerpos se rozaron.La sintió ponerse de puntillas contra él y rozar sus labios lentamente, como una invitación, repartiendo su aliento cálido sobre las comisuras de su boca hasta que tuvo que cerrar los ojos o, de lo contrario...Y ese era el problema: seguía sin haber opciones para él. Solo pud
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CAPÍTULO 84. Una gran cena familiar
CAPÍTULO 84. Una gran cena familiarAquella, sin dudas, era la peor de las confrontaciones. La invitación a Jerry Huxley no le había llegado para una cena familiar, y mucho menos para el anuncio de un compromiso, sino para una negociación privada con Grayson Blackwell, a ver si el maldito asunto del divorcio se resolvía de una buena vez.Sin embargo, había llegado para toparse de frente con toda la familia reunida, incluyendo a alguien a quien no había visto en más de un año.—¡¿Pero esto qué demonios es?! —gruñó, impactado, y antes de que pudiera darse la vuelta, tres personas más, a quienes nadie esperaba, irrumpieron en la casa.Adriano era un mar de encantos, y su primer gesto fue para saludar a todos, especialmente a la señora Blackwell, que no sabía ni dónde meterse.Aurelio parecía un perro de presa, uno que saludó de lejos, con gruñidos, mientras se enfocaba en uno solo de los hermanos Blackwell, quien le devolvió exactamente el mismo gesto de antipatía.Y por último estaba Re
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CAPÍTULO 85. Un anillo familiar
CAPÍTULO 85. Un anillo familiar“Demasiada”. La palabra correcta era "demasiada".Habían pasado cinco años, y Grayson no estaba del todo seguro de conocer la historia completa sobre lo que Jerry Huxley le había hecho a Serena. Por lo poco que ella había querido contarle o le había dicho a los abogados, una violación parecía ser la hipótesis más acertada. Sin embargo, no pudo evitar percatarse de cada reacción en su familia tras aquella amenaza de Serena, y había “demasiada intensidad” en cada una de ellas.Jerry terminó por sentarse en aquella silla con movimientos lentos y frustrados.Percy y su madre tenían expresiones que iban desde la curiosidad hasta la incomprensión.Pero en los ojos de su hermana solo había odio, como si la verdad no le interesara... o como si ya la supiera.Pero mientras él analizaba cada rasgo en su familia, Serena lo analizaba a él, porque en su rostro también había incredulidad e incertidumbre.—Muy bien, ahora que todos nos pusimos de acuerdo, vamos a pros
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CAPÍTULO 86. ¿Por qué no?
CAPÍTULO 86. ¿Por qué no?Grayson sentía que el corazón se le iba a salir de la impotencia, de la frustración, porque todo aquello parecía un maldito torbellino de decisiones, de odios, de venganza, como un guion tan mal escrito que estaba lleno de desaciertos, y nadie fuera capaz de comprender qué demonios sucedía hasta el final.—¡¿Pero te volviste loca?! —gruñó acercándose a Serena y sacudiéndola por un brazo, porque no podía creer que fuera capaz de decirle aquello a una mujer que ya se balanceaba peligrosamente sobre la baranda de un balcón.—No, si yo estoy para camisa de fuerza —se rio Serena encogiéndose de hombros—. Pero tengo una vocación oculta por ayudar a los demás, por eso quiero explicarle a tu hermana que si se lanza desde cinco metros de altura, lo único que va a hacer es romperse un pie o dislocarse un hombro. Y si tiene muy, muy mala suerte, es probable que se rompa la columna y se quede paralítica por el resto de su vida. ¡Ya sabes, orinándote y ensuciándote encima,
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CAPÍTULO 87. "Ojos que no ven"
CAPÍTULO 87. "Ojos que no ven"Y era una amenaza. Definitivamente, la peor de las amenazas. Grayson pudo sentirla en cada uno de sus huesos en el mismo instante en que la vio marcharse de allí. La mujer que había conocido hacía más de un año podía estar dolida y desesperada, pero jamás había visto en ella un grado de crueldad tan grande como aquel. Sin embargo, seguía sin comprender la mitad de las cosas que salían de su boca, y para la medianoche, cuando su mejor amigo llegó con ropa menos formal para él y un hombro en el que apoyarse, lo único que Grayson le pidió fue información. —Necesito que busques todo lo que se pueda sobre la hermana de Serena —le pidió. —¿Serena tiene una hermana? —replicó Kenneth, frunciendo el ceño. —Sí... sí, pero ella me había dicho que murió hace muchos años, y ahora la está mencionando, y yo no entiendo absolutamente nada. Yo tampoco sabía que tenía una hermana, pero... ¡maldición, ella... soñaba con eso, tenía pesadillas! Creo que se llamaba... se
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CAPÍTULO 88. Te estaba esperando
CAPÍTULO 88. Te estaba esperandoY Grayson no podía negar que aquello le estremecía hasta las buenas intenciones, porque Serena siempre había sido intrínsecamente sexy, pero cuando sus insinuaciones venían con todo el propósito, entonces, indudablemente, era una mujer imposible de resistir.—¿Quieres decirme cómo diablos te metiste en mi casa? —gruñó él mientras alcanzaba una toalla para secarse.Serena se levantó despacio y caminó en su dirección, como si lo evaluara.—Nunca cambiaste los códigos, los que yo puse —murmuró ella con un tono tan lleno de curiosidad, que solo logró acentuarse en el momento en que lo vio desviar la mirada, como si le diera incluso vergüenza eso de lo que acababa de darse cuenta.Sin embargo, el problema era que Grayson ya estaba demasiado cansado de todos aquellos juegos, así que ni siquiera se molestó en intentar disfrazarlo.—Esperaba que volvieras —dijo con sinceridad, y las pupilas de Serena se dilataron en un segundo—. De verdad creí que ibas a volve
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CAPÍTULO 89. Poder y odio
CAPÍTULO 89. Poder y odioY ni siquiera iba a negarlo: al menos en ese momento y por la razón por la que estaban allí, Grayson se sentía más que satisfecho de poder ser la voz de Serena en aquella demanda.Sin embargo, se quedó un poco sorprendido al darse cuenta de que entre los presentes había caras conocidas, comenzando por el señor Byron y por Bismarck. Grayson sabía que Serena había hecho proyectos con ellos en el último año, pero no tenía ni idea de que la única razón por la que lo había hecho era porque tenía un fin muy específico.—¡¿Pero se ha vuelto loco?! —interrumpió otro de los productores—. ¡Esta reunión es privada! ¡Estamos debatiendo el destino de los futuros proyectos del señor Huxley y cómo vamos a manejar...!—¡Wilton! —Byron se levantó de inmediato, mirando con un poco de nerviosismo a Serena y a Grayson—. La señora Viscontti es demasiado educada como para irrumpir en una reunión en la que no tenga voz o voto —advirtió, abriendo los ojos al que estaba intentando ec
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CAPÍTULO 90. Una locura en un ascensor
CAPÍTULO 90. Una locura en un ascensor—¡¿Pero tú cómo te atreves a venir aquí?! —le gritó Beatrice Harrison acercándose, y honestamente incluso Grayson frunció el ceño porque ya no le veía sentido a aquel ataque.El problema era simple: él lo había propiciado muchas veces, él había sido el primero en azuzar la envidia y el odio que Beatrice le tenía para que martirizara a Serena, así que no era nada extraño que, aun después de todo el tiempo que había pasado, la mujer siguiera comportándose así.—¡Beatrice, suficiente! Para empezar, ¿quién rayos te dejó entrar a mi oficina? Y para seguir... —Grayson hizo un gesto de cansancio y señaló la puerta—. ¿Sabes qué? Ni siquiera tengo ganas de discutir contigo. Tengo cosas más importantes en la cabeza ahora mismo, así que ¿por qué mejor no te largas? —espetó con aquella misma falta de consideración que siempre había tenido hacia la mujer.—¡¿Que me vaya yo?! ¡¿En serio quieres que me vaya yo?! —espetó la actriz, y Serena se le acercó con una
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