Todos los capítulos de Juntos... y revueltos: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31. Un momento de debilidad
Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Sofía sintió el peso de Lukas sobre ella, su respiración agitada mezclándose con la suya. Sus ojos se encontraron y, por un momento, toda la tensión y el resentimiento de los últimos días parecieron desvanecerse.Lukas no pudo contenerse más. Lentamente, acercó su rostro al de ella, sus labios a centímetros de distancia. Sofía contuvo la respiración, su corazón latiendo con fuerza. Una parte de ella quería apartarlo, recordar todas las razones por las que no debía confiar en él. Pero otra parte, una que lo había anhelado desde que tuvo uso de razón, durante mucho tiempo, ansiaba ese contactoLa mirada de Lukas se detuvo en los ojos color miel de Sofía, esos que parecían contener historias de cálidos días de verano y secretos susurrados al anochecer. La deseaba con una intensidad que rayana en la desesperación, con el corazón retumbándole en el pecho como una bestia enjaulada, desesperada por liberarse.—Sofía —, empezó, con la voz cargada
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Capítulo 32. Amargas acusaciones.
Lukas se quedó atónito ante la reacción de Sofía. Esperaba indignación, negación, incluso lágrimas. Pero no esto. No esta risa amarga que parecía burlarse de su revelación.—¿De qué te ríes? —preguntó, confundido y frustrado—. ¿Acaso no me crees?Sofía dejó de reír abruptamente, sus ojos brillando con una mezcla de ira y decepción en la penumbra.—¿Crees que creeré eso de mi madre? Ya sé que siempre las has odiado, por más que intentó acercarse a ti, nunca se lo permitiste, cuando ella trataba de hacerlo, la herías, la insultabas y le decías que tarde o temprano se iba a ir, le colocabas animales a los que les tenía miedo y nunca te acusó con tu padre, porque no quería romper la relación entre los dos. Y a pesar del tiempo, sigues queriendo alejarla de tu padre —dijo molesta, sintiéndose muy decepcionada de él.—¿No me crees? Nadie me lo contó, yo lo vi —espetó furioso.—¡Eso mentira, mi madre sería incapaz de serle infiel a mi padre! Seguramente viste algo que interpretaste como una
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Capítulo 33. Revelaciones inesperadas.
El silencio que siguió a la salida de Marleni era denso, cargado de tensión. Sofía miraba a Lukas con una mezcla de incredulidad y furia, mientras él mantenía la vista fija en la puerta por la que había salido Marleni.—¿Cómo pudiste? —siseó Sofía finalmente, rompiendo el silencio—. ¿Cómo te atreves a acusar así a mi madre?Lukas se volvió hacia ella, sus ojos ardiendo con una intensidad que la hizo retroceder instintivamente.—¡Porque es la verdad! —espetó mirándola a los ojos—. La vi, Sofía. La escuché en esta misma casa follando en la misma habitación de mi padre con otro hombre.—¿Tú la viste? ¿Dime era ella? ¿Y quién es el hombre? —preguntó ella desesperada.—Si era ella, su voz, al hombre solo escuché su susurro… pero no me atreví a abrir la puerta, porque si lo hacía era capaz de matarlos en ese mismo momento —sentenció apretando las manos en puños.—Entonces si no la viste no puedes dar por hecho eso… yo confío en mi madre, siempre ha sido una mujer de principios y la creo inc
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Capítulo 34. Revelaciones íntimas.
El chirrido de la puerta resonó en la habitación en penumbra cuando Sofía y Lukas se quedaron con la boca abierta en el umbral. Allí, en una maraña de miembros y estaban Marleni y Danilo, sus padres, atrapados en un abrazo íntimo. La escena que tenían ante ellos parecía el fotograma congelado de una película atrevida: Danilo, vestido como un severo agente de policía, con el sombrero torcido; Marleni, vestida a rayas como una presidiaria, con las mejillas sonrojadas por algo más que el esfuerzo.—¿Por qué están vestidos así, de policía y reo? —A Sofía le tembló la voz, entre confusa y mortificada. Sus ojos se movieron entre la comprometida posición de sus padres y sus escandalosos atuendos.El rostro de Danilo adquirió un tono carmesí intenso mientras intentaba cubrir a Marleni con una manta cercana. La vergüenza de Marleni era palpable, su respiración se entrecortaba mientras intentaba serenarse bajo el brazo protector de su marido.Lukas, sintiendo un malestar que parecía constreñi
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Capítulo 35. Buscando el perdón.
Lukas se quedó paralizado en el pasillo, viendo cómo Sofía desaparecía tras la puerta de su habitación. El eco de sus pasos resonaba en su mente, mezclándose con el torbellino de emociones que lo invadía. Vergüenza, arrepentimiento y una profunda sensación de pérdida que se arremolinaba en su interior. Caminó lentamente hacia su propia habitación, cada paso pesado como si llevara el mundo sobre sus hombros. Al cerrar la puerta tras de sí, se desplomó sobre la cama, hundiendo el rostro entre las manos. —¿Cómo pude ser tan estúpido? —, se reprochó en un murmullo. Las imágenes de los últimos días pasaban por su mente como una película repetida, causándole una mayor angustia. Lukas se revolvió en la cama, prisionero de sus recuerdos, en ese momento tan turbulentos. Cada vez que respiraba entrecortadamente, se le oprimía el pecho al recordar los acontecimientos, las duras palabras que le había dirigido a Marleni y, lo peor de todo, el daño que le había causado a Sofía llevando a otra m
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Capítulo 36: Intervención Planeada.
Marleni comenzó a llamar a Lukas.—¡Espera, no te vayas! Debes escucharme.Pero él ya no le prestó atención; su única idea era seguir a Sofía. No podía dejarla a solas con Armando.“Maldito Armando, te voy a enseñar a que no te acerques a mi mujer”, gruñó en su interior. Estaba corriendo cuando chocó con su papá.—Hijo, ¿para dónde vas? —preguntó el hombre con el ceño fruncido del desconcierto.—Debo hacer algo importante, papá —dijo sin detenerse.Danilo se quedó mirándolo con el ceño fruncido y luego vio a su esposa salir.—¿Qué le pasa? ¿Por qué sale de esa manera? ¿Te pidió disculpas o volvió a discutir contigo? —interrogó.—Ya, quédate quieto, todo está arreglado y muy bien entre nosotros… y bueno nos tocará comer solos, porque los chicos se fueron —respondió, dejando las cazuelas en la mesa.El tintineo de los cubiertos contra la porcelana resonó en el acogedor comedor donde Marleni y Danilo estaban sentados, disfrutando una tranquila comida.Charlaban ociosamente entre risas; s
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Capítulo 37. Sospechas y declaraciones.
Sofía se quedó mirando fijamente a Lukas, esperando una respuesta. Él por su parte, mantenía una expresión de inocencia impecablemente ensayada.—Sofía, no te sigo —dijo Lukas, levantando las manos en señal de rendición—. Es una coincidencia. Vine aquí a relajarme un poco, y te encontré. Pero si te incomoda, puedo irme.Sofía suspiró, claramente frustrada.—No, no te vayas. Ya que estás aquí, siéntate y esperas a que coma y mientras tanto respóndeme ¿Por no me dejas en paz? —preguntó con seriedad.Lukas tomó asiento, adoptando una postura relajada.—Porque estoy decidido a que me perdones y me des una nueva oportunidad —comenzó a decir y por primera vez ella vio esa expresión de nerviosismo en él—, sé que la cagué de la peor manera, y no tienes idea de lo arrepentido que estoy, por eso quiero que empecemos de cero, por favor.Sofía se quedó en silencio por un momento, procesando las palabras de Lukas. Su mirada se suavizó ligeramente, pero aún mantenía una expresión cautelosa.—Lukas,
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Capítulo 38. Un nuevo contratiempo.
El motor del auto se silenció cuando llegaron y, en un instante, Sofía se desabrochó el cinturón y salió disparada hacia la casa. Sus movimientos eran tan bruscos y rápidos que ni siquiera cerró la puerta tras ella. Lukas observó su silueta desvanecerse antes de apagar el vehículo y salir con una lentitud deliberada. Entretanto Sofía llegó a la sala. —Hola mamá —le dijo a su madre que estaba sentada sola. Le dio un beso, se dio cuenta que estaba inquieta, pero no podía hablar con ella en ese momento, porque estaba decidida a escapar de Lukas. —Mamá tenemos una conversación pendiente, pero no quiero que ese tonto me alcance. —Ay Dios hija, ¿Cuándo será el día que ya dejen de pelear? —inquirió con preocupación. —Nunca, él solo sabe hacerme la vida infeliz y sabotearme. Con esas palabras comenzó a subir corriendo las escaleras. Cando Lukas entró a la sala, miró a los lados buscando a Sofía, pero solo vio a Marleni sentada en la sala, en solitario. Su rostro parecía esculpido por
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Capítulo 39. Enfrentamientos.
Fabiola miró a Lukas con una mezcla de confusión y molestia en sus ojos.—¿De qué hablas? Tú me invitaste a venir, ¿lo olvidaste? —dijo ella, cruzando los brazos sobre su pecho.Lukas la miró como si se hubiese vuelto loca.—¿Yo? Nunca te llamé ¿De dónde sacas eso? —expresó sin entender a que se refería la mujer frente a él.—No estoy mintiendo, me enviaste un mensaje —dijo Faby extendiendo el teléfono para que él lo viera.Tomó el móvil y vio el mensaje.“Podemos vernos hoy en la casa de mi padre, estoy ansioso por volverte a ver, no he podido dejar de pensarte”.—Lo siento, pero eso no lo envié yo, ni siquiera es mi número, creo que alguien te ha jugado una broma.Fabiola frunció el ceño, confundida y molesta.—Pero... ¿quién haría algo así? —preguntó, su voz temblando ligeramente.Lukas suspiró, pasándose una mano por el cabello.—No lo sé, pero te aseguro que yo no fui. Mira, lo siento mucho, pero creo que es mejor que te vayas. No puedes quedarte aquí, te lo dejé en claro en mi c
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Capítulo 40. Fuego y hielo.
Sofía abrió la computadora y se sentó a trabajar, sin embargo, la tormenta de pensamientos que la asolaban, no la dejaban concentrarse en el trabajo.No podía negar que al ver a Lukas con otra mujer había sido más doloroso de lo que quería admitir. Pero no estaba dispuesta a demostrarle que nada le interesaba, solo esperaba que pronto se fastidiara de andar detrás de ella y decirle que estaba enamorado de ella.Por más que intentó avanzar, no estaba pensando con claridad, así que finalmente cerró la laptop y se recostó en la cama mientras pensaba en mil y una forma de huir de Lukas. “Tal vez si sigo con las bromas, me agarre rabia y deje decir estupideces”, pensó, pero luego negó. —No, quizás con eso piensa que me interesa y arrecia su plan de conquista —. Suspiró con impaciencia.Entretanto, la sala estaba impregnada de tensión, como una burbuja a punto de estallar. Lukas, con las manos entrelazadas y los ojos clavados en un punto neutro de la casa, parecía un reo frente al implac
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