CAPÍTULO 24: LA FIESTARicardo me guía hacia el interior del club, donde la opulencia y el lujo son abrumadores. La gente a nuestro alrededor parece salida de una revista de alta sociedad, todos vestidos con elegancia y charlando en un tono sofisticado. Y no es que todo esto me sea ajeno, alguna vez el apellido Montenegro significó algo dentro de este reducido círculo social, pero ahora no es más que un vestigio, una mancha dirían algunos, de lo que alguna vez fue. Mientras avanzamos, noto cómo las miradas se posan en nosotros, curiosas e inquisitivas. Ricardo no parece afectado por ello, y me pregunto cómo puede ser tan indiferente a toda esta atención, no puedo dejar de preguntarme en lo que estará pensando.Ricardo me aprieta el brazo ligeramente, un gesto que, lejos de sentirse protector, es más como un recordatorio de que debo comportarme. Noto caras conocidas, Diego Santillana está aquí, también mis antiguas amigas, Mónica y Xiomara están a su lado y murmura entre ellas sin ap
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