JULIETTE MONTGOMERY Entro a la oficina de mi jefe con una demanda de uno de los clientes. Estoy tan nerviosa que olvido golpear la puerta y la escena frente a mis ojos es desagradable. Mi jefe está desnudo de la cintura hacia abajo y arrodillada a sus pies se encuentra una mujer desnuda con sus manos entrelazadas en su espalda. Lo único que usa ella es un collar y me queda todo más que claro del tipo de relación que tienen. La mujer se pone de pie, le sube el calzoncillo a mi jefe sin permitir que se le vea todo, algo que agradezco, lo abofetea, se pone un tapado que oculta su desnudez y se va. Tengo la leve sospecha de que me tocará pagar por interrumpirlo, ya que según se, el deseo inconcluso en el hombre provoca dolor. Aún así mi esperanza es que él entienda por qué ingrese a la oficina del modo en que lo hice. Él no se preocupa por la demanda, sino todo lo contrario. Se dirige hacia la puerta y le pone seguro. -Voy a explicarte algo Montgomery. El cliente que tant
Leer más