Al pasar los días, Andrei pensó que ella lo extrañaría, que sentiría la falta de su presencia y que tomaría la decisión de volver a su lado, pero eso no pasó. Por su parte, ella solo se acostaba en su cama, no pegaba el ojo en toda la noche cómo él, quién pensaba en ella cada segundo, minuto y hora del día. La verdad, Elisa no sabía qué hacer allí y se preguntaba por qué no estaba de nuevo a su lado, al menos para bailar y que le ofreciera esa sonrisa que tanto le gustaba. Pero luego pensaba en sus palabras y el llanto volvía a su cuerpo, restándole toda la alegría que debería sentir por estar lejos de ese mafioso, libre y más segura que nunca, o al menos eso era lo que ella quería pensar; que iba a encontrar la felicidad al tener la libertad que vivía antes de conocer a Andrei Borisov.Lo que Andrei tenía claro era que si no hacía algo rápido, perdería la cabeza e iría a buscarla a cualquier rincón del mundo, aunque tuviera que traerla amordazada a su mansión. Luego pensaba que e
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