POV de AlejandroAquella noche, después de esa conversación con Carmen frente a la chimenea, me quedé despierto mucho tiempo después de que ella se durmiera en mi hombro. Mi mente daba vueltas a cada palabra que habíamos compartido, a cada miedo y esperanza que habíamos puesto sobre la mesa. Sentía que, por fin, habíamos alcanzado un punto de comprensión, un terreno común en el que nuestras almas se encontraban sin las barreras de inseguridad que solían interponerse.Sin embargo, sabía que todavía había algo en mí, un fuego oscuro que permanecía ahí, esperando. Era el peso de mis propios miedos, de mis secretos, de las sombras que aún me costaba compartir. Pero ¿cómo podría contárselo? ¿Cómo podría poner en palabras todo aquello que guardaba tan profundo?Esa mañana, al salir el sol, Carmen despertó con una sonrisa tranquila en el rostro. Me miró, y en ese instante, supe que, pasara lo que pasara, haría cualquier cosa por proteger esa paz en sus ojos.—¿Dormiste bien? —le pregunté, ac
Leer más