POV HERNÁNLlego a la empresa temprano, como siempre, listo para enfrentar otro día de trabajo, pero mi mente sigue preocupada por Clara y la inminente transformación. No puedo dejar de pensar en cómo se siente, si está bien o si necesita algo. Justo cuando estoy por entrar a mi oficina, la veo.Clara está allí, esperándome en el pasillo. Su rostro muestra signos de cansancio, y sus ojos, aunque brillantes, están opacos de preocupación.—Clara, ¿estás bien? —pregunto, acercándome rápidamente a ella.—Me siento débil otra vez —responde, su voz apenas es un susurro—. No sé qué pasa, Hernán. Ayer estaba bien, pero hoy me siento agotada.La preocupación se apodera de mí. ¿Qué puede estar pasando? La sostengo por los hombros y la guío hacia mi oficina, cerrando la puerta detrás de nosotros.—Siéntate, por favor —le digo, señalando la silla frente a mi escritorio—. ¿Qué pasó anoche? ¿Pudiste dormir?—Sí, tomé un par de pastillas para dormir y finalmente descansé, pero ahora me siento peor.
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