Durante los primeros meses de su embarazo, Andrea terminó el proyecto y resultó ser un éxito rotundo. Y por ahora, su prioridad era disfrutar de esta nueva etapa en su vida. Los días transcurrían entre los cuidados excesivos de la familia de Javier. Y si escuchaba otra vez que el embarazo era la etapa más hermosa de una mujer, lo golpearía. Porque para Andrea había sido imposible dormir, porque el bebé no dejaba de moverse. En las últimas semanas, comía peor que un cosaco, vomitaba, y segundos después tenía un hambre voraz. Era un ciclo casi enfermizo igual que las idas al baño.Javier tenía casi tantas náuseas como ella, y no estaba segura si era broma, pero no paraba de repetir que quería tener tres o cuatro más. Así que le respondía que si no fuese quien tuviese que llevarlos, seguro estaría feliz de colaborar. No obstante, pese a los motivos poco alentadores, no se podía quejar de que todos la consintieran. No le avergonzaba admitir que le bastaba acariciar su prominente abdomen,
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