Día siguiente, cerca del mediodíaCamille regresaba feliz, Bárbara, la dueña del hostal, la recomendó en una tienda local para trabajar. Lo había conseguido, el empleo era suyo. Podría comenzar una nueva vida, cuando creyó que sería imposible. Nada más salir de la entrevista llamó a su madre, Evaline estaba preocupada por Darrin, pero cuando le dijo que Bárbara se ofreció a cuidarlo hasta que pudiera pagar una niñera, su madre gritó de felicidad.—En cuanto sea posible, iré a visitarte. Si me gusta el lugar, me mudó para estar cerca de ustedes —prometió Evaline.—El trabajo de mi papá hará imposible que puedan venir —le recordó Camille.—Quizás él pueda encontrar trabajo en esa ciudad o cerca —contesto Evaline—. Además, no está tan lejos del que tiene ahora.Ella no continuó contrariándola, si su madre se proponía irse a vivir con ella y Darrin, lo iba a hacer, aunque todos en la familia le dijeran que no podía ser.Menos de veinte minutos más tarde, después de terminada la llamada, C
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