Recce Odiaba verla de esa manera, desde que empezó su tratamiento sus noches eran un infierno, no podía dormir tranquila porque las pesadillas eran constantes, quería salir corriendo con ella en brazos y largarnos de todo esto, pero no podía hacerlo, lo qué pasó con nuestra hija era una señal de que ella no estaba bien y no me equivoque. Isla usaba drogas para reprimir el dolor y los recuerdos, por eso cuando no lo hacía sus ataques eran tan grandes como lo qué pasó en la casa de Artem, el cual había escapado. Acarició el pelo de mi mujer mientras duerme plácidamente o eso era lo que hacía hasta que empieza a moverse con fuerza.—¡No, no, suéltenme, no me toquen! —Intentó detener sus movimientos, pero es peor —. ¡Nooo, déjenme, no más! —Nena, mírame, soy yo —digo tomando sus manos para que deje de dañarme porque está enterrando sus uñas en ella —. Mírame, amor, soy yo, soy Reece. «Joder, odio verla de esa manera, lo detesto, quisiera hacer lo mismo que ella y hacer que arda el ma
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