Todos los capítulos de Hijos del pecado. Un romance prohibido: Capítulo 61 - Capítulo 62
62 chapters
Capítulo 61. Dos arcoíris en el cielo.
Tres meses después de la muerte de Leonel Acosta, David aún permanecía en el país. Se ocupaba del desempeño de los terrenos que había heredado en la Colonia Tovar y que, junto con su relación con Jimena, representaban su motivo para no dejarse amilanar por las adversidades y seguir adelante.La pelea por la enorme fortuna que le había dejado su padre lo consumía. Por eso él solía refugiarse en la Colonia, en ese paraje oculto entre montañas, así disfrutaba de sus dos grandes pasiones: la mujer que se había convertido en el amor de su vida y el contacto con la naturaleza.Ambos se pasaban la mayor cantidad de tiempo en esa región, vivían juntos en aquel pedacito de Alemania asentado en el Caribe, un lugar de ensueño, donde era fácil imaginar que al cruzar sus límites se traspasaba el tiempo cayendo en una realidad paralela de la que nunca deseaban salir.Compró una cabaña propia, cerca de los terrenos más grandes que trabajaba. Allí construían sus sueños y superaban las dificultades.E
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Capítulo 62. Vientos de libertad.
Llegado el once de noviembre, la Colonia Tovar se volvió un hervidero de turistas. Ese día se celebraba la fiesta patronal del pueblo en honor a San Martín de Tours, el Santo viajó con los colonos desde Endingen hasta Venezuela en 1843.Aquellas fiestas se convirtieron en Patrimonio Cultural Inmaterial del municipio Tovar en la actualidad y resultan el clímax del turismo en la zona.La gran cantidad de personas que viajan del todo el país, incluso, del exterior, para estar presentes en esa celebración, se convierten en el motor de la economía. Por eso todos los habitantes colaboran para que se realicen con toda la dedicación posible, ya que muchos dependen de su éxito.Desde días antes se desarrollaban actividades culturales, gastronómicas y religiosas en la zona, lo que atraía una inmensa cantidad de visitantes. Era imposible recorrer el pueblo en auto, los turistas dejaban sus vehículos resguardados en estacionamientos dispuestos para ello en la entrada de la región y caminaban a pi
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