Albeth Cuando llegamos a la casa en Rivas, baje del coche enseguida mi esposa junto a mi tia, los guardias bajaron las cosas. Entré primero, seguido de Valeria, me encontré con los empleados organizando el lugar. Al frente estaba doña katrina, su esposo, Dionisio, junto a ellas su hija y las dos empleadas. Ellos eran los encargados de esta villa.Mi tía fue la primera en saludar. —¡katrina! Qué gusto verte,— saludo con una sonrisa cálida. Luego, se volvió hacia la hija de katrina. —¡Pero qué grande estás, karelia.Karelia, con una sonrisa tímida, respondió: —Hola, ¿cómo están?—Vaya, a crecido rápido.—Hola, señor Alberth— saludó katrina amablemente.—Cuanto tiempo, veo que todo esta tal y como lo he dejado hace años. Y tu, Karelia has crecido mucho. Ya estás mayorcita— le comenté, tratando de recordar la última vez que la había visto. —Sí, ya cumplí 20 años.—¡Vaya, qué bueno!— respondí, genuinamente sorprendido por cómo había pasado el tiempo. —Les presento a mi esposa, Valeria.—
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