Todos los capítulos de Belleza maldita: La luna fea del alfa: Capítulo 111 - Capítulo 120
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111. ¡Me lo debes!
PenelopeFrío. Siento como el frío me llena el cuerpo y sé que esa no es una buena señal. Ya ni siquiera siento dolor mientras que el sonido del llanto de un bebé resuena en mis oídos y veo la enorme sonrisa en el rostro de Nick.Sin embargo, ahora más que nunca necesito creer que él va cumplir con su promesa, porque sé que yo no voy a poder estar ahí.Los párpados se me empiezan a cerrar y siento como mis latidos se van ralentizando dentro de mi pecho antes de que cierre los ojos por completo y una luz aparezca y con ella, la imagen de la diosa.—Oh mi niña, has sido muy valiente.—Las palabras de la diosa luna hacen que mis labios tiemblen y las preguntes se atoren en mi garganta desesperadas por salir.—Sabías que iba a morir—le digo y el tono, más que una acusación, es de tristeza total—Lo sabías desde el principio.La diosa deja salir un suspiro y avanza hacia dónde me encuentro . Sus sojos grandes y grises fijos en mí y entonces veo como una sonrisa triste se forma en sus labios.
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112. Lo que la manada necesita
NicklausUn año y medio.Ese es el tiempo que ha pasado desde que Penny se fue de mi vida. Sin embargo la promesa que le hice, dónde prometí cuidar a nuestros cachorros y ser un alfa justo la he cumplido al pie de la letra.Luego de derrotar a Frederick todas las batallas que se estaban desarrollando contra las manadas fueron neutralizadas. Los rebeldes se encerraron en una prisión que las hechiceras y hechiceros ayudaron a construir y solo entonces hice frente a la manada SkarMoon para levantarme como el nuevo alfa.Cada día, cada vez que abro los ojos, repito las palabras que me dijo Penny, es lo primero que escucho y es eso mismo lo que me repito en cada momento que la amargura amenaza con consumirme.Ella es lo que me da fuerzas cada día para seguir adelante. Ella y ver a mis hermosos mellizos Stefan y Stefanía.Ambos sacaron los ojos aguamarina de Peaches y el cabello oscuro mío. Lo que los convierte en un recordatorio constante de lo que perdí cada vez que los veo y a la vez d
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113. ¡Está viva!
PenelopeSangre. Hay un olor fuerte a sangre predominando en el aire y escucho voces llenando el ambiente.A lo lejos, escucho voces masculinas, discutiendo en un tono que me parece urgente, pero confuso. Estoy desubicada, flotando en un mar de oscuridad, y por más que intento, ninguna de esas voces me resulta familiar. Me concentro en abrir los ojos, en despejar esta densa neblina que parece atraparme.El primer intento me lleva más esfuerzo del que imaginé. Un dolor sordo atraviesa mi cuerpo, como si hubiera estado inerte por siglos. Pero no consigo nada. Vuelvo a intentarlo, con toda la fuerza que puedo reunir, y apenas si logro mover un dedo. Mis músculos se sienten pesados, casi como si no me pertenecieran. De repente, emito un pequeño quejido, y las voces a mi alrededor se silencian de golpe. Puedo sentir la tensión en el aire, como si todos estuvieran esperando algo.Pasos apresurados se acercan, y mi corazón se acelera. El miedo comienza a filtrarse en mi pecho, un miedo irrac
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114 Nuevo acertijo
NicklausLa luz plateada de la diosa Luna se desvanece, dejando en su lugar la calidez familiar de la manada. Parpadeo varias veces, tratando de asimilar lo que acaba de ocurrir. La fría brisa del lago en donde mis cachorros siguen jugando acaricia mi rostro, pero no puedo apartar de mi mente las palabras crípticas que la diosa me ha dejado.Estoy desorientado, como si aún estuviera atrapado en ese encuentro con la deidad. Su presencia, siempre envolvente y majestuosa, ha sido una constante en mis visiones, pero esta vez... esta vez fue diferente. Penelope. La mención de su nombre ha encendido un fuego en mi interior, uno que creía extinguido desde su partida. Una chispa de esperanza que se niega a apagarse.Si hace un año y medio alguien me hubiese dicho que iba a aceptar nuevamente una misión de la diosa Luna, me hubiese reído en su cara. Sin embargo, si existe una mínima posibilidad de que lo que ella dijo sea cierto y Penny pueda estar de nuevo conmigo, entonces voy a hacer lo que
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115. El alfa
PenelopeEl sol apenas asoma sobre el horizonte, sus primeros rayos tiñendo de dorado el paisaje que se extiende frente a mí. Estoy sentada en la parte trasera de un auto, con Tarkín y Bruno a mi lado. Mis pensamientos son un revoltijo de preguntas sin respuesta, cada una más confusa que la anterior. El suave vaivén del vehiculo debería ser relajante, pero no puedo dejar de sentir una inquietud constante. Me siento perdida en un mundo que no reconozco, sin memoria ni identidad.—¿Dónde estamos? —pregunto en un intento de calmar la sensación de vacío que se apodera de mí.Tarkín, el lobo rubio que me encontró, gira la cabeza hacia mí, sus ojos azules destellando bajo la luz del amanecer. —Estamos en las tierras del norte, cerca del Desierto Rojo. Nos dirigimos a la manada Luna Desierta.Luna Desierta. Dejo que el nombre flote en mi mente, esperando que despierte algún recuerdo, alguna chispa de reconocimiento. Pero no hay nada, solo un vacío abrumador. Es como si mi mente fuera una ho
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116. Vamos al norte
NicklausSi hay algo que detesto de ser alfa y que extraño de mi época de lobo exiliado, es no tener que dar explicaciones.Sin embargo, contrario a lo que la mayoría puede pensar, al ser alfa se deben dar cientos de explicaciones, porque cada acción que haga repercute en todas las personas que viven en la manada y lo entiendo.Claro que lo hago.Sin embargo, ahora mismo cuándo tengo que escoger entre quedarme y velar de la manada o ir por la mujer que amo y la madre de mis hijos, tengo que escogerme a mí y es por eso que no pienso permitir que un grupo de ancianos de dudosa lealtad me digan qué es lo que puedo o no puedo hacer.Así que aquí estoy. Viendo como los rostros de los lobos que se hacen llamar consejo de ancianos están rojos de la rabia mientras me miran como si acabara de maldecir sobre la tumba de sus seres queridos.Lo cuál no importa en absoluto.—¿Pretendes abandonar la manada en un momento como este? —pregunta uno de los ancianos, su tono impregnado de desaprobación.—
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117. ¿Quién demonios es Margaret? 
PenelopeMe despierto con los primeros rayos de sol que se filtran por las cortinas de mi habitación. Aunque me siento un poco aturdida, la calidez del sol me envuelve y me da un extraño confort, algo que no esperaba sentir en este lugar tan desconocido. Me desperezo lentamente, intentando sacudirme la extraña sensación que me ha dejado el sueño de anoche. Dos niños, un niño y una niña, corriendo hacia mí, sus ojos idénticos a los míos, tan llenos de vida y alegría. Detrás de ellos, un hombre que me miraba con una intensidad que me hizo estremecer. Era el hombre más apuesto que había visto, a pesar de la marca extraña en su rostro. Incluso ahora, al recordarlo, siento cómo mi corazón se acelera.Pero entonces, la imagen comenzó a desvanecerse, como si se esfumara entre mis dedos, y ellos desaparecieron de mi alcance. Lo último que escuché fue su voz, grave y cargada de promesas, diciéndome mi nombre y asegurándome que me encontraría.Me siento en la cama, abrazando mis rodillas mient
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118. Todo está muerto
NicklausEl viaje a las tierras del norte nos va a tomar al menos 3 días en carretera y si a eso le sumamos que no tengo idea en que parte de las montañas se encuentra la tribu, entonces podría ser un poco más de tiempo.Hace ya algunas horas que salimos y nos hemos alejado lo suficiente de la manada como para que mi mente esté dando vueltas en los mellizos. Es la primera vez que me alejo de ellos desde que nacieron. No voy a mentir. Estoy nervioso y más asustado de lo que he estado en mucho tiempo pues siendo completamente honesto, soy consciente de que estoy en desventaja.La m4ldtita misión de la diosa no es clara. “Al norte aquellos que no se quedan quietos te aguardan. Pero ten cuidado, los lobos y los caminantes no tienen una buena historia juntos. Sin embargo, ellos tienen algo que vas a necesitar cuando encuentres a Penelope. Eso será lo primero que deberás obtener.”Un gruñido frustrado escapa de mi y mis manos golpean con fuerza el volante consiguiendo que toda la atención
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119. Un cuerpo... humano
NicklausAvanzamos con cautela a través del paisaje desolado. Cada paso que damos en este terreno muerto hace que el ambiente se vuelva más opresivo, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso, más difícil de respirar. Blake y los otros están en silencio, todos tensos, alertas a cualquier movimiento o sonido, aunque en este lugar parece que la misma vida ha sido succionada.El auto se desliza por el polvo como si fuera sobre cenizas, y siento un escalofrío recorrerme la espalda. Miro a mi alrededor, buscando cualquier señal de peligro, pero todo lo que encuentro es muerte y desolación. Los árboles, antes verdes y frondosos, ahora son esqueletos resecos. Las ramas, torcidas y quebradizas, parecen extenderse hacia nosotros como si quisieran atraparnos. Pero no hay vida en ellas, ni en la tierra que se extiende como un mar de grietas.—Esto no está bien, Nick —murmura Blake, su voz cargada de una tensión que rara vez le escucho—. No es natural.—Lo sé —respondo en un susurro, tra
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120. Amo los misterios
PenelopeHan pasado algunos días desde el incidente en el claro, pero las palabras del anciano siguen resonando en mi mente. Me llamó Margaret, insistió en que estaba muerta, y aunque Tarkin intentó tranquilizarme, no puedo dejar de pensar que hay algo más profundo que me están ocultando, o peor aún, que hay algo sobre mí misma que no sé.Margaret… O Penelope. Ahora mismo ya ni siquiera sé cuál de los dos es en realidad mi nombre.Estos días he intentado ocupar mi mente con tareas en la mansión, pero la sensación de urgencia crece con cada hora que pasa. Siento que estoy caminando en la oscuridad, buscando una verdad que parece deslizarse de mis dedos cada vez que estoy cerca de alcanzarla. ¿Quién soy realmente? ¿Qué me sucedió antes de despertar en este lugar?Estoy caminando por uno de los pasillos, perdida en mis pensamientos, cuando Bruno, el joven lobo hermano de Tarkin, aparece en mi camino. Su rostro refleja una mezcla de preocupación y curiosidad.—Hola, Penelope —saluda, con
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