PenelopeEl sol apenas asoma sobre el horizonte, sus primeros rayos tiñendo de dorado el paisaje que se extiende frente a mí. Estoy sentada en la parte trasera de un auto, con Tarkín y Bruno a mi lado. Mis pensamientos son un revoltijo de preguntas sin respuesta, cada una más confusa que la anterior. El suave vaivén del vehiculo debería ser relajante, pero no puedo dejar de sentir una inquietud constante. Me siento perdida en un mundo que no reconozco, sin memoria ni identidad.—¿Dónde estamos? —pregunto en un intento de calmar la sensación de vacío que se apodera de mí.Tarkín, el lobo rubio que me encontró, gira la cabeza hacia mí, sus ojos azules destellando bajo la luz del amanecer. —Estamos en las tierras del norte, cerca del Desierto Rojo. Nos dirigimos a la manada Luna Desierta.Luna Desierta. Dejo que el nombre flote en mi mente, esperando que despierte algún recuerdo, alguna chispa de reconocimiento. Pero no hay nada, solo un vacío abrumador. Es como si mi mente fuera una ho
NicklausSi hay algo que detesto de ser alfa y que extraño de mi época de lobo exiliado, es no tener que dar explicaciones.Sin embargo, contrario a lo que la mayoría puede pensar, al ser alfa se deben dar cientos de explicaciones, porque cada acción que haga repercute en todas las personas que viven en la manada y lo entiendo.Claro que lo hago.Sin embargo, ahora mismo cuándo tengo que escoger entre quedarme y velar de la manada o ir por la mujer que amo y la madre de mis hijos, tengo que escogerme a mí y es por eso que no pienso permitir que un grupo de ancianos de dudosa lealtad me digan qué es lo que puedo o no puedo hacer.Así que aquí estoy. Viendo como los rostros de los lobos que se hacen llamar consejo de ancianos están rojos de la rabia mientras me miran como si acabara de maldecir sobre la tumba de sus seres queridos.Lo cuál no importa en absoluto.—¿Pretendes abandonar la manada en un momento como este? —pregunta uno de los ancianos, su tono impregnado de desaprobación.—
PenelopeMe despierto con los primeros rayos de sol que se filtran por las cortinas de mi habitación. Aunque me siento un poco aturdida, la calidez del sol me envuelve y me da un extraño confort, algo que no esperaba sentir en este lugar tan desconocido. Me desperezo lentamente, intentando sacudirme la extraña sensación que me ha dejado el sueño de anoche. Dos niños, un niño y una niña, corriendo hacia mí, sus ojos idénticos a los míos, tan llenos de vida y alegría. Detrás de ellos, un hombre que me miraba con una intensidad que me hizo estremecer. Era el hombre más apuesto que había visto, a pesar de la marca extraña en su rostro. Incluso ahora, al recordarlo, siento cómo mi corazón se acelera.Pero entonces, la imagen comenzó a desvanecerse, como si se esfumara entre mis dedos, y ellos desaparecieron de mi alcance. Lo último que escuché fue su voz, grave y cargada de promesas, diciéndome mi nombre y asegurándome que me encontraría.Me siento en la cama, abrazando mis rodillas mient
NicklausEl viaje a las tierras del norte nos va a tomar al menos 3 días en carretera y si a eso le sumamos que no tengo idea en que parte de las montañas se encuentra la tribu, entonces podría ser un poco más de tiempo.Hace ya algunas horas que salimos y nos hemos alejado lo suficiente de la manada como para que mi mente esté dando vueltas en los mellizos. Es la primera vez que me alejo de ellos desde que nacieron. No voy a mentir. Estoy nervioso y más asustado de lo que he estado en mucho tiempo pues siendo completamente honesto, soy consciente de que estoy en desventaja.La m4ldtita misión de la diosa no es clara. “Al norte aquellos que no se quedan quietos te aguardan. Pero ten cuidado, los lobos y los caminantes no tienen una buena historia juntos. Sin embargo, ellos tienen algo que vas a necesitar cuando encuentres a Penelope. Eso será lo primero que deberás obtener.”Un gruñido frustrado escapa de mi y mis manos golpean con fuerza el volante consiguiendo que toda la atención
NicklausAvanzamos con cautela a través del paisaje desolado. Cada paso que damos en este terreno muerto hace que el ambiente se vuelva más opresivo, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso, más difícil de respirar. Blake y los otros están en silencio, todos tensos, alertas a cualquier movimiento o sonido, aunque en este lugar parece que la misma vida ha sido succionada.El auto se desliza por el polvo como si fuera sobre cenizas, y siento un escalofrío recorrerme la espalda. Miro a mi alrededor, buscando cualquier señal de peligro, pero todo lo que encuentro es muerte y desolación. Los árboles, antes verdes y frondosos, ahora son esqueletos resecos. Las ramas, torcidas y quebradizas, parecen extenderse hacia nosotros como si quisieran atraparnos. Pero no hay vida en ellas, ni en la tierra que se extiende como un mar de grietas.—Esto no está bien, Nick —murmura Blake, su voz cargada de una tensión que rara vez le escucho—. No es natural.—Lo sé —respondo en un susurro, tra
PenelopeHan pasado algunos días desde el incidente en el claro, pero las palabras del anciano siguen resonando en mi mente. Me llamó Margaret, insistió en que estaba muerta, y aunque Tarkin intentó tranquilizarme, no puedo dejar de pensar que hay algo más profundo que me están ocultando, o peor aún, que hay algo sobre mí misma que no sé.Margaret… O Penelope. Ahora mismo ya ni siquiera sé cuál de los dos es en realidad mi nombre.Estos días he intentado ocupar mi mente con tareas en la mansión, pero la sensación de urgencia crece con cada hora que pasa. Siento que estoy caminando en la oscuridad, buscando una verdad que parece deslizarse de mis dedos cada vez que estoy cerca de alcanzarla. ¿Quién soy realmente? ¿Qué me sucedió antes de despertar en este lugar?Estoy caminando por uno de los pasillos, perdida en mis pensamientos, cuando Bruno, el joven lobo hermano de Tarkin, aparece en mi camino. Su rostro refleja una mezcla de preocupación y curiosidad.—Hola, Penelope —saluda, con
NicklausUn cuerpo humano.Siento como un escalofrío me recorre el cuerpo por completo. Me acerco con cautela, sintiendo cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho. El hombre, porque es claramente un hombre, está tendido en el suelo de la misma manera que el lobo. Su piel es pálida, casi translúcida, y su rostro está congelado en una expresión de absoluto terror. Pero lo más inquietante es que, al igual que el lobo, no tiene sangre. Ni una gota.—No puede ser... —murmura Blake, dando un paso hacia atrás, su rostro reflejando la incredulidad y el horror.Me inclino sobre el cuerpo, tratando de encontrar alguna explicación, algo que me diga qué le pasó a este hombre. Pero no hay nada. Solo esa misma desolación y la terrible sensación de que hemos cruzado una línea que no debíamos.—Esto no es obra de nada que conozcamos —digo en voz baja, mi mente trabajando para encontrar una solución—. Es como si algo... o alguien, lo hubiera drenado por completo.—¿Crees que tenga que ver con la mis
El aire se siente denso, cargado de una energía oscura que eriza mi piel. Las figuras encapuchadas nos rodean, sus ojos brillando con un resplandor antinatural que me pone en alerta máxima. Blake y yo estamos hombro a hombro, nuestros cuerpos tensos y listos para la lucha que sabemos es inevitable.—¿Estás listo? —le pregunto a Blake, sin apartar la mirada de las figuras que nos rodean. Sus movimientos son lentos, calculados, como si estuvieran disfrutando de nuestra incertidumbre.—Yo te cubro, hermano —responde Blake, dejando que una sonrisa de medio lado asome en su rostro. No es una sonrisa de humor, sino una de determinación, una que comparto porque sé que, pase lo que pase, lucharemos hasta el final.—Muy bien, entonces aquí vamos. Esperemos que la luna esté de nuestro lado —digo, aunque en el fondo sé que estamos en una desventaja peligrosa. No sabemos quiénes son ni de lo que son capaces, pero una cosa es clara: no somos bienvenidos en su territorio.La primera figura se lanza