Leander se quedó perplejo, luego comenzó a reír con gusto.—¿Qué dices, amor? No, claro que no, ¿Es broma?—No, yo…Leander tomó su mano.—Ven, te lo contaré todo, pero vuelve a mis brazos, vuelve a la cama.Ella obedeció, convencida de obtener una respuesta.Se recostaron en la cama, bien abrazados.—Mira, estuve a punto de morir, sì, buscamos un donador por todos lados, incluso hablamos del mercado negro, pero no pude, no cuando supe de donde obtenían los órganos, además, claro está que mi donador era especial, debíamos tener la misma sangre, y características específicas, por esa razón no podía ser cualquiera, no te miento, iba a la iglesia, rezaba, suplicaba, no encontraba paz, hasta que perdí la fe, me hospitalizaron y creí que moriría, y luego, cuando estaba peor, lo único que recuerdo fue a mi madre diciendo que al fin lo consiguieron, había un donador, era un milagro, había un donante, y una familia dispuesta a aceptarlo, y ese corazón era compatible conmigo, pensé que moriría
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