Tal como si el destino quisiera que todo se moviera, la hora llegó. Laura, Luciano, en compañía de Massimo salieron de la casa. Los hijos menores los vieron salir, aunque no tomaron mucha importancia, ya que, últimamente, habían estado saliendo sin decir a dónde, por lo que ahora creyeron que sería igual. Laura estaba nerviosa, incluso más nerviosa que cuando fue a hablar con Adrien. Sabía que esta plática definiría muchas cosas, mostraría la verdad de la situación. Si bien, ella estaba segura de que su hermano elegiría a su familia sobre aquella dolorosa verdad, Paolo era un adolescente y cuando se está en esa etapa poco se sabe. - Laura… ¡Tranquila, hija! – Dijo Massimo viendo desde el retrovisor. - ¡Estoy tranquila, papá! – Dijo Laura evadiendo la mirada de su padre. - Lau, hermana, todo va a salir bien, solo trata de calmarte y escuchar. Laura suspiró y trató de pensar en otra cosa, el café desde casa se tardaría unos 40 minutos con el tráfico, lo que le dio tiempo de pens
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