El motor del auto ronroneó cuando Caleb giró la llave, y nos alejamos del lugar apartado donde nuestras vidas habían cambiado para siempre. Mi mente se aceleraba con las implicaciones de lo que acababa de suceder, y un nudo de ansiedad se formaba en mi estómago.—Caleb —comencé, vacilante—, ¿cómo vamos a hacer esto? ¿Cómo le contaremos a tu familia, a la manada, sobre nosotros?Se acercó y tomó mi mano, su toque era tranquilizador y cálido, transmitiéndome una seguridad que apenas lograba asimilar.—Lo enfrentaremos juntos, Freya. Ahora eres mi compañera y nada puede cambiar eso.Asentí, tratando de sacar fuerzas de su confianza, pero las dudas aún persistían en mi interior.—¿Pero qué pasa con Aurora? ¿Y Liam? Lo dejé en el altar, Caleb. Esto no va a ser fácil.Vi cómo la mandíbula de Caleb se apretaba, y la determinación en sus ojos me decía que no daría marcha atrás.—Sé que no será fácil, pero es lo correcto. Aurora y yo nunca debimos estar juntos, y Liam lo entenderá con el tiemp
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