El sol brillaba alto en el cielo mientras jugaba con mis hijos en el jardín. Aaron y Nova corrían entre las flores, riendo, mientras trataban de alcanzarse el uno al otro. Sus risas llenaban el aire de alegría, como un canto que resonaba en mi corazón. Wolf, por otro lado, se había sentado a la sombra de un árbol cercano, con la cabeza metida en uno de sus libros, su concentración absoluta, como siempre. A pesar de su seriedad, sabía que disfrutaba de la tranquilidad de estar rodeado de su familia.Me dejé llevar por el momento, relajándome bajo la luz cálida, observando a mis pequeños mientras Caleb no estaba. De pronto, el sonido de pasos fuertes y decididos rompió la armonía. Levanté la vista y allí estaba él, Caleb, llegando al jardín con esa energía que siempre lo rodeaba. En cuanto los niños lo vieron, soltaron risitas emocionadas y corrieron hacia él, envolviéndolo en abrazos con una ternura que hizo que mi corazón se hinchara de amor.—¡Papá! —gritó Aaron, con los brazos abi
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