Capítulo 34.
Zarya —Aunque pudiera hacerse, sería muy riesgoso. —se rehúsa a ayudarme. —Mark por favor, se supone que somos amigos. —le recuerdo. —Justo por eso no puedes pedirme que te ayude a entrar a las instalaciones del edificio donde está el comando. —rebate, se bebe el café de un solo sorbo dejando la basura en un bote. Salimos a hacer ejercicio y le conté parte de lo que Damien ya sabe. —Eres un egoísta. —niego mientras me cruzo de brazos, molesta, buscando otra manera de hacerlo yo misma. —No lo voy hacer. —me sobrepasa. —Mejor dile a Damien. —No lo haría, además no está aquí, él está en...—Enfrente. —dice señalando levemente. —Ahí. Giro en mi eje para ver a mi hermano con el saco en la mano, la camisa desencajada y el pelo alborotado, mira su reloj de mano paseando la vista hasta que sus ojos recaen en nosotros. —¿Qué hace aquí? —murmuro, este se acerca y me quedo en mi puesto, extrañada. Se supone que debería estar en un avión rumbo a Escocia, desde anoche que lo vi l
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