―Deberías calmarte, mujer. ―Cosmo gruñó. ―No llegaremos tarde, la salida es en tres horas. ―Kora miró a su marido con gesto serio. ―Si nos hubiéramos venido cuando te lo pedí, no estaríamos apenas aterrizando. ―Cosmo tensó la mandíbula. ―Vale, tampoco te pongas así. ―Desvió la mirada, esa mujer da miedo. ―Te he prometido quedarnos aquí en nuestro hogar, en la manada. ―Kora no sonrió, es justo lo que ella quiere, pero no le dará la satisfacción de bajarle a su malhumor. ―Ahora, no pretendas que obligaré a mi hijo a vivir en la manada, sabes que está mejor en la ciudad. ―Ustedes los dos son un dolor de cabeza. ―Rodó los ojos. ―Yo lo voy a convencer y de no lograrlo, viviremos en la ciudad. ―Dijo segura de sí. ―Es muy extraño que Ariana no se haya contactado las últimas horas. ―Resopló dejando el móvil a un lado, ya quiere ver a su niño. En el aeropuerto, Ariana estaba siendo perseguida por un enjambre de reporteros, ella estaba por tomar un vuelo, pero ¿Por qué lo hacía? Además, su v
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