De repente, él se movía un poco, al menos reaccionaba, me parecía que era un buen indicio. —Así es, aquí estoy... para ti. No sé cómo lo haces pero... te sigues viendo hermoso —le decía, y besaba su frente. Su cabeza se inclinaba hacia mí. Me reconocía, sabía que yo estaba aquí... la idea me hacía
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