Hola hola! Xavier está de vuelta y Fabrizio va tras las pistas ¿Cómo creen que será esa visita a Luna de Sangre? Bso Kika
Aníbal —¡Maldición, Alfa! ¡Esto no puede ser! ¡Sería la ruina de la luna de sangre! ¿Lo entiendes? —me decía Gerardo desesperado mientras yo lo empujaba contra la pared de mi habitación. Habían pasado horas en las que estábamos discutiendo, luchando por hacerlo en voz baja para que nadie nos escu
— ¡No! ¡No! Yo la conozco, ella no es digna. Además… no solo es una humana… sino que para colmo ¡Está con dos alfas! ¿Qué hacen se la turnan? ¡Es una perra! ¡Está con ambos!— dice y yo lo golpeo tan fuerte que le rompo la boca. —No se te ocurra decir algo así de ella. Ninguno la hemos tocado… ella
Marina — ¡Hey! ¿Te ibas sin despedirte de mí? —dice Bruno, deteniéndome justo en la entrada del castillo. Desde el primer momento en que coloca una mano en mi brazo, siento como mi loba me suplica quedarme con él. — ¡Mate, es tan maravilloso! —susurra en mi cabeza, y no puedo contradecirla. Desd
Y los hombres desesperados eran peligrosos. Había que actuar antes, tener pruebas y que Aníbal nos llevara directo a sus enemigos. — Por aquí... —le decía yo. Había un pequeño rastro de sangre. Él se agachaba y la olía. — Me dijiste que no estabas en buenas condiciones, sé que tu salud está mejora
Fabrizio —Ya sabemos qué es lo que sucede. Nuestros enemigos han estado acercándose por esa vía en el bosque, están cerca, respirando cerca de nosotros —digo a Su Majestad luego de regresar al castillo. Lo habíamos levantado, aunque ya era casi madrugada, pero esto lo ameritaba. —¿Encontraron de
—Nos equivocamos, creíamos que habían muerto, que no es lo mismo que desaparecido —decía el rey. —Entonces... esto lo sabes desde antes... tenías información. ¿Por qué no lo dijiste? —preguntaba exaltado. Si esto no se detenía... la enfermedad se expandiría por todas partes. Volvería otra vez la pe
Xavier — ¿Pero qué sucedió? — preguntaba mi Beta, a Marina que parecía no querer ni verlo. Él estaba tan angustiado que mi lobo estaba inquieto. — No puedo ahora, Bruno — decía ella. Se veía molesta. No podía ni imaginar qué era lo que había sucedido. — Marina, por favor... me estoy volviendo lo
Mientras más avanzamos, la situación no mejoraba e incluso escuchaba gruñidos por parte de guerreros que parecían seguirnos atentos a cada uno de nuestros movimientos, mientras Carmen pasaba desapercibida. — Estas son sus habitaciones — nos dijo una omega y prácticamente nos tiró nuestras cosas. —