Y los hombres desesperados eran peligrosos. Había que actuar antes, tener pruebas y que Aníbal nos llevara directo a sus enemigos. — Por aquí... —le decía yo. Había un pequeño rastro de sangre. Él se agachaba y la olía. — Me dijiste que no estabas en buenas condiciones, sé que tu salud está mejora
Fabrizio —Ya sabemos qué es lo que sucede. Nuestros enemigos han estado acercándose por esa vía en el bosque, están cerca, respirando cerca de nosotros —digo a Su Majestad luego de regresar al castillo. Lo habíamos levantado, aunque ya era casi madrugada, pero esto lo ameritaba. —¿Encontraron de
—Nos equivocamos, creíamos que habían muerto, que no es lo mismo que desaparecido —decía el rey. —Entonces... esto lo sabes desde antes... tenías información. ¿Por qué no lo dijiste? —preguntaba exaltado. Si esto no se detenía... la enfermedad se expandiría por todas partes. Volvería otra vez la pe
Xavier — ¿Pero qué sucedió? — preguntaba mi Beta, a Marina que parecía no querer ni verlo. Él estaba tan angustiado que mi lobo estaba inquieto. — No puedo ahora, Bruno — decía ella. Se veía molesta. No podía ni imaginar qué era lo que había sucedido. — Marina, por favor... me estoy volviendo lo
Mientras más avanzamos, la situación no mejoraba e incluso escuchaba gruñidos por parte de guerreros que parecían seguirnos atentos a cada uno de nuestros movimientos, mientras Carmen pasaba desapercibida. — Estas son sus habitaciones — nos dijo una omega y prácticamente nos tiró nuestras cosas. —
Carmen Dicen que las pesadillas son solo eso, ideas o imágenes que aparecen en nuestra cabeza. Cuando era niña, las sufría sola; nunca tuve a nadie que me ayudara o que me despertara. Y ahora menos. Xavier estaba lejos de mí… y lo extrañaba tanto. Sabía que volver aquí era una pésima idea y que
—¿Por qué? —preguntaba yo bajo todo este traje ridículo. —Pues porque un alfa con una mate destinada es lo más importante que ha pasado en esta manada en años —decía él, confiado. Destinada y escondida, pensaba yo. —¿Tiene que ver con la profecía?— pregunté y él parecía asombrado, pero negó todo.
Aníbal Pareciera que yo era el único dispuesto a hacer sacrificios, y el único que servía aquí. Puesto que al volver a mi manada, me había dado cuenta de que estaba rodeado de puros imbéciles y tontos. Daba la impresión de que si quería algo bien, yo tenía que hacerlo yo mismo. —¿Cómo que no sab