Al llegar a su apartamento, Alba reposa su espalda contra su puerta después de entrar, su día fue muy atareado, la presión de Leandro, su renuncia, la llegada de su madre, era demasiado para ella. Justo en ese momento, su teléfono empieza a sonar, lo saca de su bolsa y lo chequea, es Enrique, ¿Debía contestarle? La verdad estaba muy cansada y quería estar sola, pero tal vez sea importante, así que decidió responder.—Hola —trata de actuar, pero no engañaría a nadie con su tono.—¡Hola, cariño! ¡¿Aún sigues con tu madre?! —No, ya estoy en el apartamento.—Vale, ¿Y como te fue con tu madre?—Bien, creo…—¿Está todo bien? Te oigo desanimada.Alba suelta un suspiro y no puede más.—Quisiera hablar contigo, ¿podrías venir?—Claro.Minutos más tarde, Enrique avisa que ya se encuentra fuera del edificio, Alba baja a buscarlo y luego ambos suben al apartamento.—¿Qué sucede? —pregunta él, preocupado.Alba se voltea a verlo y lo abraza, no sé contiene y comienza a llorar. Enrique queda sorpre
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