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Todos los capítulos de Me enamoré de mi fea secretaria : Capítulo 41 - Capítulo 50
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Un tercero entre ellos
Luego del viaje, Leandro y Alba han estado con miradas, toques y sonrisas algo cómplices y evidentes. Ahora Alba se encuentra en su escritorio con una sonrisa que la hace verse deslumbrante, mientras que Martina se ve de muy mal humor; siente que algo ha pasado como para que estén tan alegres y se odia por no haber ido al viaje con su jefe, en vez de evitar que estén juntos, el universo que como le da todo en bandeja de plata.—Voy por un café —avisa Alba y se levanta de su escritorio—, ¿deseas uno? —le pregunta a Martina muy servicial y esta se niega.Alba se va y Martina lleva sus manos a su cabeza para frotar su sien con los dedos, piensa en que ya no soporta a su compañera de trabajo y su sonrisa, tampoco soporta que muchos chicos de la empresa quieran estar con ella, dejando a Martina en segundo plano, aunque ella solo tuviese ojos para el jefe, le encanta ser deseada por otros.El intercomunicador de Alba suena, pero ella aún no se encuentra en su oficina.—Señorita Bermúdez
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También rivales en el amor...
Alba regresa a su escritorio, visiblemente enojada, deja caer su peso en el espaldar de su silla giratoria. No puede creer que el hombre al que acaba de entregarse pueda pensar que ella es una cualquiera.Martina la observa de reojos y sonríe. Ver que la secretaria ya está comenzado a sentir lo mismo que ella, el rechazo del CEO, la llena de satisfacción.—¿Te ocurre algo? —pregunta en tono sarcástico.—No, nada. Más trabajo por hacer —contesta parcamente. Martina hace una mueca mostrando compasión.“Tonta, te crees especial porque él te llevó de viaje. Yo también viajé con él y disfruté de muchos encuentros sexuales. Pero ya veremos cuanto le dura la novedad” piensa Martina y sonríe con malicia.Las horas transcurren rápidamente. Alba sólo aguarda el momento de salir de la empresa y se prepara mentalmente para la cita con el prestigioso empresario. Debe continuar con el plan de su jefe a pesar de que ahora que estuvo con él, no desea seguir ese juego, ni mucho menos permitir q
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Un pequeño susto
Durante una hora, Alba ríe y se relaja con los comentarios y ocurrencias de Enrique, pero recuerda que debe volver a la empresa.—Me temo que debo irme, se me hace tarde y debo resolver algunos papeles que me solicitó mi jefe.—Oye no puedes dejarme ahora que le he tomado el gusto a la conversación.—Me encantaría quedarme, pero…—Vamos es que quiero que me acompañes a mi mansión, quiero mostrarte una decoración que he mandado a hacer a mi oficina y necesito una opinión de una mujer honesta y con buen gusto.Alba sonríe y piensa “buen gusto, si supiera”.—Bien, dame unos segundos para hacerle una llamada a mi asistente secundaria y pedirle que resuelva algunos asuntos, ¿vale?—Claro. Alba se levanta del asiento y se aleja lo más que puede de donde está su acompañante, para avisarle a su jefe que no regresará a la empresa. Justo en el momento que lo llama, este no atiende. Se enoja pensando que puede estar con su novia o incluso con Martina. Termina dejándole un mensaje de v
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Sabías palabras o cruel realidad
—¿Qué? ¿En mi oficina? —Alba palidece ante la situación y antes de responder, el hombre anticipa.—Sí, se equivocó de puerta. ¿Iba al baño, no? —¡Sí, sí! —contesta con voz trémula. Al notar las intenciones de su padre de incomodar a la chica, Enrique trata de justificarse:—Debí acompañarte, lo siento. Pero entonces, ya viste mi oficina, supongo.—Sí, por eso me dejé llevar por la lujosa decoración. ¡Lo siento! —baja la mirada.El hombre escucha atento a la nerviosa joven y esto provoca mucho más dudas sobre Mario, cuya suspicacia es superior a la de su hijo.—Bien, debo salir a una reunión. Volveré al rato. —mira por tercera vez a Alba y luego dirige la mirada hacia su hijo— Deberías invitarla para este fin de semana. Iremos a Ibiza con algunos socios en mi yate.El tono jactancioso de Mario, incómoda aún más a Enrique. Su padre realmente era un hombre poderoso, mas no perdía oportunidad para crecerse frente a otros, mucho más cuando los consideraba de bajo nivel. —Sí, po
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Confesando sus sentimientos
Los días transcurren rápidamente luego de aquel incidente, aunque Leandro deseaba pedirle disculpas, no tenía nada de lo que ella esperaba para ofrecerle.—¡Joder! Que soy un imbécil, que he debido decirle que sí estaba dispuesto a todo por ella, pero yo mismo sé que eso es imposible. —Se recrimina a sí mismo. Las veces que él le pide ir a su oficina, ella se muestra arisca y distante. Esa tarde antes de salir de la empresa, él aguarda por ella en su auto. Justo cuando baja para pedirle que suba, Alba embarca en un taxi.¿A dónde se dirigía con tanta urgencia? Sube a su auto sigue el taxi, la ve bajar frente a la mansión Fuenmayor y debe acelerar su coche para no ser visto. Luego de alejarse del lugar, decide llamarla y confrontarla por no tenerlo al tanto en cada uno de sus movimientos. Alba ve la pantalla de su móvil antes de tocar el timbre. Atiende la llamada obligada por las circunstancias en las que se encuentra. —¿Qué estás haciendo? —pregunta con enojo.—Lo que debo
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Reencuentro sexual
Leandro se encuentra fuera del edificio donde vive Alba, tiene rato de haber llegado y no se ha decidido bajar del auto, hace rato se veía decidido, pero ahora vuelve a sentir ese miedo, sin embargo, toma valor para bajarse, caminar y adentrarse al edificio, sube al piso de Alba y sin pensarlo más toca la puerta.Del otro lado Alba se extraña, ¿Quién podría ser a esta hora? Piensa ella, es viernes y pensaba ver películas hasta quedarse dormida. Se dirige a la puerta y abre pensando que podría ser algún vecino necesitando ayuda, pero encuentra a su jefe, a la última persona que quería ver.—Sr Suárez, ¿en que le puedo ayudar?—Alba, ¿puedo pasar?Ella se lo piensa y suelta un suspiro cuando decide, se hace a un lado y lo deja pasar.—Veo que ha visto mi mensaje, o sino no estaría aquí —dice ella cerrado la puerta y al darse vuelta, Leandro la toma por sorpresa dándole un beso—, señor… —La interrumpe.—Dime Leandro, Alba, por favor.Su respiración es pesada y gracias al beso, Alba nota
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El viaje a Ibiza
Luego de aquel encuentro sexual, los cuerpos desnudos y exhaustos descansan abrazados.La alarma del móvil alerta a la pelicastaña, quien al tomarlo, ve la notificación del mensaje donde Enrique Fuenmayor le informa que va camino a su casa. Se levanta de un brinco y corre hasta la ducha. Leandro siente cuando ella se incorpora.—¿A dónde vas? Ven quiero hacerte el amor. —No puedo, estoy retrasada, Fuenmayor ya viene por mí. —se excusa ella, mientras se viste y Leandro contempla la belleza natural de su amante. —¡Dile que no irás y listo! Invéntale una excusa, puedes decirle que te sentiste mal de repente o que desde anoche estás indispuesta. —No puedo mentirle de esa manera. —espeta ella.A pesar de que Leandro intenta disuadirla, no lo logra. La pelicastaña suele ser una mujer responsable y que detesta, al igual que él, las mentiras, por lo que termina de colocarse el vestido, las sandalias y toma su bolsa. —Te dejo la llave —le lanza el llavero— cierra bien antes de salir. Espe
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La despedida de soltera
Leandro aguarda ansioso algún mensaje de Alba, esperaba su regreso esa misma noche. Deseaba volver a tenerla entre sus brazos, estar con ella y verla gemir, ello comenzaba a convertirse en un vicio para él. Sin embargo, cuando ella le informa a través de un audio que no regresará a Madrid como esperaba, los celos y las inseguridades de Leandro reaparecen nuevamente. Finalmente, la mañana siguiente recibe el mensaje de la pelicastaña diciéndole que ya estaba en su apartamento. Media hora más tarde, Leandro llega al apartamento. Alba lo recibe con un beso apasionado y le entrega la información que obtuvo.—Esto es perfecto, veremos ahora si Enrique se niega a venderme los terrenos. —Seguramente lo hará. —Alba se prende de su cuello, Leandro la sujeta de sus glúteos, la levanta y ella lo rodea con sus piernas.—Celebremos este triunfo —dice él en tono perverso, ella sonríe con picardía. Ambos se devoran a besos y terminan haciendo el amor. Alba y Leandro pasan ese domingo juntos has
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Encuentros misteriosos...
Ester entra a la zona VIP del club donde aguarda su amante secreto. —¡Wow! Siempre bella y glamorosa —dice el hombre rodeándola por la cintura.—Aquí, no. Pueden vernos —responde ella, apartándose de él.—¿Desde cuando eso es importante?—Desde que me comprometí para casarme con Leandro, eso lo sabes. Tú y yo sólo tenemos encuentros sexuales cuando él no quiere estar conmigo. —advierte con firmeza.—¡Y aún así, te casarás con él! Nunca te ha valorado como mujer, Ester.—Si me pediste que viniera para esto, creo que mejor regreso con mis amigas. —espeta.—¡Bien! Hazlo. De nada sirve que intente disuadirte, nunca me has tomado en serio.—¿Sabes qué? Espero que descanses. —Y yo que seas feliz, Ester. —comenta en un tono evidentemente sarcástico.Ester lo mira con enojo. Sale de la zona VIP regresa al área de las habitaciones. ¿Pero qué le diría a sus amigas al verla de regreso? Se pregunta a sí misma. Ya se le ocurrirá una buena excusa. Si algo no puede negarse es que es una mujer crea
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Ebrias confesiones
Alba espera unos minutos hasta asegurarse de Enrique se haya ido completamente por su calle y sale del edificio para pedir un Uber, este la deja en la mansión y luego de pagarle, se baja para adentrarse al gran hogar de Leandro.—¿Alba? —Leandro se acerca a la puerta principal, puesto que la esperaba en la sala. Ella se voltea, pero decide no verlo, algo en ella se apagó de repente—. ¿Por qué no me llamaste cuando tu cita acabó? Yo pude buscarte, te dije que me avisarás. —Toma su mentón para subirle la mirada, encontrando tristeza.—¿Por qué sería tan amable conmigo?—No solo es amabilidad Alba, sabes que te quiero y quiero cuidarte mi amor.Ella aparta la mirada en cuento escucha esos apodos tiernos.—No me llame así, usted será desposado en pocos días y yo no quiero ser tu amante.—¿Otra vez con eso? Hace unas horas estábamos bien.—Si, porque hace unas horas me tenía encantada, sabe cómo endulzarme para que no me importe que usted esté comprometido, pero ya no más Leandro, debo res
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