Todos los capítulos de Enamorado de la novia de mi hijo. Saga familia Duque: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Cap. 31: Un secreto revelado.
La noche caía sobre Salento, bañando la cabaña con una luz tenue y dorada que se filtraba a través de las ventanas. Alfredo y Juliana se encontraban de nuevo en ese refugio acogedor, sabiendo que esta sería su última noche juntos en este viaje. La anticipación y el deseo llenaban el aire, creando una atmósfera cargada de electricidad.Alfredo se acercó a Juliana, sus ojos se mantenían fijos en los de ella, reflejando el deseo que ambos sentían. La tomó con suavidad de la mano y la guio hacia la cama, que estaba adornada con sábanas de lino blanco y pétalos de rosas esparcidos con delicadeza. La luz de la chimenea crepitante proyectaba sombras danzantes en las paredes, añadiendo un toque de magia al ambiente.—¡Wao! —exclamó Juliana—, siempre logras sorprenderme.Alfredo de brindó una cálida sonrisa, mientras paseaban por el valle, había pedido a los encargados de la cabaña, que prepararan esa sorpresa.—Eres tan hermosa, y me fascina que te encanten mis detalles, aunque parezca anticu
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Cap. 32: ¡Tienes mi edad, podrías ser su padre!
Juliana y Alfredo se encontraban de pie frente a la entrada de la hacienda de él, preparándose para despedirse después de su regreso de Salento. Ella lo observaba con los ojos brillantes, como si no quisiera separarse de su lado.—Te voy a extrañar —susurró Alfredo.—Yo más —contestó ella, rozó sus labios con los de él—, pero la buena noticia es que somos vecinos. —Sonrió—, me escaparé para venir a verte. —Guiñó un ojo.Alfredo la tomó por la cintura, la apretó más hacia su cuerpo.—Solo para verme, pensé que para algo más —bromeó.Juliana sonrió, y lo besó, Alfredo correspondió esas caricias, saboreaba los labios de ella y justo cuando se separaron, Abel apareció, su rostro estaba enrojecido por la ira. Sin decir una palabra, se abalanzó sobre Alfredo, golpeándolo con furia.Alfredo apenas tuvo tiempo de levantar los brazos para protegerse antes de que Abel lo alcanzara.—¿Cómo te atreves a engatusar a mi hija, maldito infeliz? —rugió Abel, acercándose a grandes zancadas—. ¡Tienes mi
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Cap. 33: Amarte a la antigua.
Juliana sonrió ligeramente, recordando esos momentos.—Al principio, fue confuso para ambos. Nos alejamos un poco, intentando entender lo que sentíamos. Pero tú, mamá, me lo pusiste de nuevo frente a frente, con el problema de los linderos, comenzamos a pasar más tiempo juntos, a hablar y a conocernos de una manera diferente. Me di cuenta de que lo que sentía por él no era solo una ilusión. Lo amo de verdad.Malú suspiró, procesando la historia de su hija.—Juliana, solo queremos que seas feliz. Pero también queremos asegurarnos de que estás segura de tus sentimientos. Alfredo es mucho mayor que tú, y las cosas pueden complicarse.—Lo sé, mamá. Y lo hemos hablado mucho. Entiendo que no será fácil, pero estoy dispuesta a enfrentar cualquier obstáculo. Alfredo me hace sentir completa y feliz. Nunca he estado tan segura de algo en mi vida.Abel se acercó a Juliana, tomando su mano con cariño.—Queremos lo mejor para ti, hija. Si realmente amas a Alfredo y él te ama a ti, entonces te apo
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Cap. 34: Gravemente enfermo.
Alfredo asintió, sintiendo el deseo de llevarla a su hacienda, donde podrían estar solos, sin interrupciones. Pero sabía que ahora era el momento de demostrar su compromiso y amor frente a su familia.—Quería verte, y también quería hablar con tus padres —dijo Alfredo, mirando hacia la cocina—. Quiero que sepan cuánto te amo y cuánto me importas.Malú y Abel se acercaron, sentándose frente a ellos. La seriedad en sus rostros indicaba que estaban listos para escuchar.—Alfredo, apreciamos que estés aquí —anunció Abel—. Queremos entender más sobre tus intenciones con nuestra hija.Alfredo se enderezó, mirando a Malú y Abel con firmeza.—Mis intenciones con Juliana son serias y honestas. La amo profundamente y quiero estar con ella. Sé que nuestra diferencia de edad puede ser una preocupación, pero les prometo que cuidaré de ella y la haré feliz.Malú asintió, observando la sinceridad en los ojos de Alfredo.—Queremos lo mejor para Juliana. Ella nos ha dicho cuánto te ama, y eso signific
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Cap. 35: ¡Es una pesadilla!
Juliana se miró en el espejo, ajustando el último mechón de su cabello. Había elegido un vestido deslumbrante para la cita con Alfredo, queriendo sorprenderlo y hacer de su almuerzo un momento especial. Era un vestido de verano amarillo con flores, que se ceñía perfectamente a su figura, realzando sus curvas con elegancia. Su cabello estaba suelto, con ondas suaves que enmarcaban su rostro. Había optado por un maquillaje sutil pero llamativo, con un delineado preciso que resaltaba sus ojos y un labial rosa suave que complementaba su atuendo. Su corazón latía con anticipación mientras pensaba en lo maravilloso que sería pasar más tiempo con él.Bajó las escaleras de su casa con una sonrisa en el rostro, saludando a sus padres.—Tengo una cita con Alfredo, pasaré la tarde con él —avisó antes de dirigirse al restaurante donde habían acordado encontrarse.Malú y Abel asintieron, y se despidieron de ella.Más tarde Juliana al llegar, buscó a Alfredo entre las mesas, pero no lo vio. Pensó q
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Cap. 36: Esto duele tanto.
Antonia se mantuvo en un segundo plano, observando cómo su manipulación estaba funcionando. Sabía que el dolor de Alfredo y la confusión de Juliana serían suficientes para poner una barrera entre ellos.—Juliana, quizás deberíamos darle espacio a Alfredo para que pueda enfocarse en Bruno, ahora no tiene tiempo para hablar de… negocios —sugirió Antonia suavemente—. Él necesita todo el apoyo posible en este momento.Juliana miró a Alfredo, su corazón dividido entre su amor por él y su compasión por Bruno. Sabía que lo que Antonia decía tenía sentido, aunque la idea de separarse de Alfredo le rompía el corazón.—Alfredo, estoy aquí para lo que necesites. Pero si requieres tiempo para estar con Bruno, lo entenderemos —aseguró, su voz temblaba.Alfredo asintió lentamente, sabiendo que debía concentrarse en su hijo, aunque eso significara alejarse de Juliana.—Gracias, Juliana.Juliana asintió, con lágrimas cayendo por sus mejillas.—No es nada.Con el corazón roto, Juliana se despidió de A
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Cap. 37: ¿Verdad o manipulación?
Al día siguiente, Juliana se despertó con una tristeza que no podía sacudirse. Necesitaba el consuelo y la sabiduría de sus abuelos, así que decidió visitarlos en su hacienda. La casa de María Paz y Joaquín era un lugar de paz y amor, donde siempre encontraba refugio.Al llegar, fue recibida con abrazos cálidos y sonrisas amorosas.—¡Juliana, mi niña! —exclamó María Paz, abrazándola con fuerza—. ¿Qué te trae por aquí tan temprano?—Abuela, abuelo —dijo Juliana, con la voz temblorosa—. Necesito hablar con ustedes. Hay algo que me está pesando mucho.María Paz y Joaquín intercambiaron miradas de preocupación y la condujeron a la sala, donde se sentaron alrededor de la mesa con una taza de café.—Cuéntanos, ¿qué es eso que no te tiene tranquila? —preguntó Joaquín, tomando su mano—. Sabes que siempre estamos aquí para ti.Juliana respiró hondo y comenzó a hablar.—Estoy en una relación con Alfredo —declaró, mirando a sus abuelos con ojos llenos de lágrimas—. Y Bruno, su hijo, tiene una e
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Cap. 38: ¡Haz realidad mi último deseo!
El viaje a Milán fue largo y agotador. Alfredo y Antonia apenas intercambiaron palabras, sumidos en sus propios pensamientos. Finalmente, el avión aterrizó y se dirigieron al hospital donde Bruno estaba supuestamente internado.Antonia había preparado todo tan meticulosamente que, al llegar, un médico los recibió de inmediato. Era un hombre de aspecto serio y profesional, con una bata blanca impecable.—Señor Alfredo, señora Antonia, por favor, acompáñenme —solicitó el médico, conduciéndolos por los pasillos del hospital hasta una sala de espera privada.Alfredo no podía evitar sentir una opresión en el pecho al caminar por los pasillos. El ambiente estéril del hospital y el zumbido constante de las máquinas le hacían sentir aún más la gravedad de la situación. Finalmente, llegaron a una pequeña oficina donde el médico los invitó a sentarse.—Soy el doctor Ricci —se presentó el médico, tomando asiento frente a ellos—. Bruno está en una situación muy delicada. Tiene una miocardiopatía
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Cap. 39: Encrucijada.
Juliana quedó paralizada, sintiendo el peso de las palabras de Bruno y la mirada de Alfredo sobre ella. La habitación se llenó de tensión. Ella miró a Alfredo, buscando en sus ojos algún indicio de cómo proceder.Alfredo, con el corazón roto por la súplica de su hijo, intentó mantener la calma. Sentía un dolor profundo al ver a Bruno en ese estado, pero también sabía que esta situación era injusta para Juliana y para él.—Bruno, debes descansar. Juliana está aquí ahora. Todo va a estar bien —susurró Alfredo, tratando de calmar a su hijo, aunque sus propias emociones lo desbordaban.Juliana, con lágrimas en los ojos, se volvió hacia Bruno. Tomó su mano con suavidad, sintiendo el frío de su piel.—Bruno, lo más importante ahora es que te recuperes. No me iré, y haremos todo lo posible para que te sientas mejor —aseguró Juliana suavemente, su voz tembló.Bruno, fingiendo debilidad extrema, cerró los ojos y asintió.—Por favor, Juliana... prométeme que lo pensarás —murmuró Bruno antes de
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Cap. 40: Dolorosa separación.
Después de la intensa conversación en el hospital, Juliana se acercó a sus padres, Malú y Abel, que esperaban ansiosos en el pasillo.—Mamá, papá —susurró Juliana—. Voy a quedarme con Alfredo esta noche. Necesitamos estar juntos para enfrentar todo esto.Malú y Abel asintieron, entendiendo la necesidad de su hija de estar con Alfredo en estos momentos difíciles.—Claro, hija. Lo comprendemos —respondió Malú, con una sonrisa tranquilizadora.—Nos veremos mañana temprano —añadió Abel, dándole un suave apretón en el hombro.Juliana, Alfredo, Malú y Abel salieron del hospital y se dirigieron al hotel donde se hospedaban. Una vez allí, se despidieron en el vestíbulo.—Cuídate, hija —solicitó Malú, abrazando a Juliana—. Mañana hablaremos. —Tú también, mamá. Te quiero —respondió Juliana, devolviendo el abrazo.Abel también abrazó a su hija y le dio un beso en la frente.—Nos veremos mañana. Buenas noches, Juliana.Juliana asintió y luego se volvió hacia Alfredo, quien la esperaba con una mi
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