A ella podrían habérsele acabado los miedos en ese instante, podría haberlo besado y haberse quitado el fuerte deseo que sentía por él, pero su hermana entró a la habitación sin llamar, los interrumpió y rompió toda intimidad y cercanía que habían creado en pocos minutos.—Hola, guapo —saludó Julieta, coqueta. Se contorsionó sensual. Margarita se rio—. Soy Julieta, casi tengo dieciocho y soy soltera.Lucca se rio y se mostró sorprendido por la fuerte personalidad de la hermana menor de su secretaria.—Genial —dijo Margarita aguantándose la risa—. Gracias por tu presentación —agregó. Lucca la miró feliz—. No creo que por ahora esté interesado.Julieta le miró ofendida.—¿Por qué no? —preguntó coqueta—. ¿Tú estás interesada en él? —curioseó y Margarita no tuvo tiempo de responder—. Sí es así, hermana mayor, estoy dispuesta a ceder y a dejar el camino libre para ti —agregó y le dedicó una reverencia—. Ojos, mirad por última vez —citó y miró a Lucca con descaro. Él se rio—. Brazos, dad vue
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