—La familia creada con la sangre derramada sobre la tierra renació cada vez que cayó. Si debemos morir de la misma manera, solo estarían confirmando nuestra superioridad. —Aarón alzó su copa, acompañado por su hijo mayor, seguido de Joseph, Adrián y cada uno de los presentes en la mesa, incluidos los alemanes que se unieron.—Nací con la sangre entre mis manos, viví entre ella y caeré por ella. —exclamó Leonardo, con voz firme.—Somos lo que admiran, temen y buscan, pero jamás vencen. —añadió Joseph, con una sonrisa desafiante.—Estamos presentes aun cuando no lo estamos. Odian nuestro apellido, pero odian más no llevarlo. —agregó Adrián, levantando su copa con orgullo.—Por nuestra sangre. Por nuestro apellido. Por nuestra unión. —brindó Bastian, mientras las mujeres reían a lo lejos, disfrutando de una noche que finalmente les brindaba la tranquilidad que no querían romper. Se unieron segundos después, al no querer estar más tiempo separadas de sus esposos.Incluso la rubia, que al
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