La sala de entrevistas estaba impregnada de una tensión palpable. Las luces tenues resaltaban los rostros expectantes del público, que se agolpaba en sillas de terciopelo rojo. El aire estaba cargado, como si cada persona contuviera la respiración, esperando el próximo giro en la conversación.Inicialmente la entrevista se trataría del reconocimiento que recibieron, pero todos estaban expectantes por una sola pregunta. Génesis Blackwood, sentada con elegancia en un sofá de cuero, mantenía su postura impecable. Su vestido negro, con detalles de encaje, realzaba su belleza y su mirada desafiante. Los ojos oscuros, profundos como pozos sin fondo, reflejaban una mezcla de determinación y cautela presente en cada respuesta. Relajada y hasta con humor que todos le seguían con risas.Ever Pembroke, a su lado, parecía menos cómodo. Su traje a medida no podía disimular la tensión en sus hombros. Sus dedos jugueteaban con el borde de la copa de agua sobre la mesa. La periodista, una mujer de
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