Capítulo 83 Estar en negación o como negarse a admitir sus propios errores Aferrada a la reja de la prisión, Andrea lloraba inconsolablemente, viendo a Francesco cabizbajo, sentado en una cama rudimentaria de metal. La escena la llena de desolación. — Mamá— murmuró Francesco cuando se percató de su presencia— ¡Sácame de aquí! —He hecho de todo hijo, le he suplicado al maldito de Matteo, y no le he logrado nada. No tiene piedad ni compasión, por ninguno de nosotros. —Búscame al mejor abogado penal que exista, le exigió Francesco, con un atisbo de esperanza presente en sus ojos. —Con que lo haríamos, replicó ella, su voz cargada de amargura, ahora mismo lo que tengo es el apellido, tu padre no me habla, y dependemos de Sebastiano. Y por si fuera poco, ese viejo endemoniado está muy delicado de salud, y todo por culpa tuya. — ¡Sácame de aquí!, gritó él, desesperado. ¡Tú eres la culpable! ¡Querías dinero!, y eso fue lo que hice. Ahora lo tengo, pero no puedo disponer de él. ¡Maldició
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