Jessica salió avergonzada y enojada, todo le salió mal, que ni de su maleta se acordó, detuvo un taxi al estar en la carretera, se subió, tirando la puerta con fuerza, cuando el taxista le pregunto a dónde se dirigía, ella le dio la dirección, le mostró el monto a cobrar, así que le pidió que pagara. Ella le dijo que cuando llegaran le pagaría.—No lo creo, señora, así me dijo una clienta y para mi sorpresa nunca pagó. ¿Así que paga o se baja?—Taxista, mugriento. ¿Cómo se atreve?—A mí nadie me ofende, mejor bájese, yo me gano la vida honradamente para que una mujer pobretona como usted, me insulte, bájese,—Estúpido mugriento. Yo no soy una mujer pobre, que no ando en este momento, es otra cosa.Ella se bajó más enojada, la vergüenza de haber sido insultada por un don nadie, solo eso le faltaba, sacó el celular para llamar a su padre.—¡Papito, ven por mí! —dijo entre lágrimas.—¿Dónde estás, hija?—Aquí en la calle, cerca de donde mis tíos.—¿Cuándo regresaste?—Después te cuento,
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