Siento el fuerte aroma del alcohol y arrugo la nariz antes de dar un manotazo.- Auch, tonta- se queja la enfermera.- Que mal educada para ser enfermera- murmuro abriendo los ojos lentamente.- Será porque no lo soy- responde ella. La enfoco bien y me doy cuenta que es Joseline.- ¡¡Amiga!!- exclamo feliz y ella ríe.- Vaya, al meno uno de los dos ya reaccionó- menciona.- ¿Sebastián sigue inconsciente?- mi pulso se acelera y lo sé por la máquina que emite un pitido a mi lado.- Oye, cálmate. Sigue con el efecto de la anestesia. Es solo cuestión de minutos para que despierte, según el guapetón del doctor Meller- menciona.- Quiero verlo- menciono.- ¡¿Al doctor?!- cuestiona con sorpresa.- ¡A Sebastián!- Aaaah- alarga la letra y asiente antes de ir a la puerta. Sale por un momento, ingresa una enfermera de edad media con sonrisa amable.- Señorita Evans, que bueno que ya están despiertos- menciona checando la maquina y luego me mira a mí.- ¿Estamos?- cuestiono.- Oh, aún no lo sabe
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