Sabía muy bien su carácter indiferente y decidido, pero nunca pensé que él lo aplicaría conmigo.Ese sentimiento agrio me golpeó la nariz. Giré la cabeza y contuve con fuerza la pena en mis ojos. Pensando en la situación de mi tía, aguanté una y otra vez hasta que finalmente me rendí, diciéndole con un toque amargo:—Señor Romero, mi familiar está enfermo y necesita una habitación VIP, ¿puede ayudarme a conseguir una?Su expresión se congeló de inmediato, sus dedos temblaron ligeramente y su voz sonó áspera:—¿Cómo me llamaste?Apretando los puños, le repetí:—Señor Romero, por favor…Este título parece haberlo molestado, apretó la mandíbula y con frialdad dejó escapar una palabra dura:—No.—Delia...Ania, que estaba bebiendo pequeños sorbos de agua con una expresión inocente, habló:—Lo siento, el hospital solo tiene tres habitaciones VIP, mi mamá ocupa permanente una, y ahora tengo que quedarme aquí por un tiempo, y Marc me preocupa mucho si no estoy en esta habitación. Hasta la últ
Leer más