GIANNA RICCI—Vaya que no te das por vencido… —dijo Matías furioso, acercándose para alejar a Leonel de mí—. ¡No aprende, señor Arzúa!Matías lo tomó por la solapa de su saco y arrojó a Leonel fuera del baño. —¡Ya estoy harto de ti! —gritó furioso, remangando su camisa. —¿Estás harto de mí o estás harto de que, por más que te esfuerzas, «Gianna» siempre me escoge a mí? —preguntó Leonel divertido, esperando el primer golpe de Matías. Cuando me di cuenta, todo el restaurante tenía su atención en el conflicto, especialmente los respectivos acompañantes de cada uno. —¿Qué harás, Matías? ¿Vas a golpearme? El gran abogado, justo y prudente, ¿piensa golpearme? —dijo burlón. —No te acerques a mi mujer, ni a mi hija… —insistió Matías, cometiendo un grave error que Leonel no iba a desaprovechar. —¿Tu mujer? ¿Tu hija? —preguntó divertido—. ¿Te refieres a mi mujer y a mi hija? No necesito discutir contigo, Matías, lamento humillarte frente a tu gente, pero solo eres un arrastrado que quiere
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