Todos los capítulos de DULCE VENGANZA: Renaciendo como una Monja: Capítulo 91 - Capítulo 100
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Capítulo 91: Tentado por el deseo
EVELYN VALENCIANo pude dormir en toda la noche, me sorprendía la fuerza de voluntad de Leonel. ¿Qué no quería volver a tener el cuerpo de su mujer entre sus brazos? ¿Qué más daba que fuera yo quien estaba dentro de este cuerpo? Después de todo, puedo ser tan linda y tonta como Evelyn.Cuando el sol se asomó por la ventana, decidí hacer algo un poco más atrevido. Me quité el vestido y envolví mi cuerpo con la sábana. Salí de la habitación, desatando el asombro en cada persona del servicio. Llegué a la cocina y comencé a husmear. Tenía hambre. Encontré un plato de buñuelos y comencé a devorarlos. Estaban deliciosos.—Eso no es tuyo —dijo Leonel apareciendo de esa manera tan imponente y gallarda. Quitándome el plato de la mano.—Perdón… es que, tenía mucha hambre. No quise ser grosera… —Me chupé los dedos de manera sugestiva, pero no fue suficiente para despertar su interés.—Pídele a la encargada que te haga algo de comer y te vas… De preferencia, puedes ir comiendo en el camino —conte
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Capítulo 92: Amor propio
MATÍAS ZANNIERMientras el caso de Gianna se resolvía y empezaba el de Evelyn, yo fui destinado a una de las cárceles de seguridad mínima. No podía creer que esas dos mujeres habían destruido mi vida y mi reputación en tan poco tiempo.Por suerte aquí adentro tenía protección pagada por mi propia firma.De pronto se acercó alguien que se me hizo muy conocido.—¿Zannier? —Era el padre de Evelyn, el señor Valencia—. ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué estás aquí?—Por culpa de… la monja y tu hija —contesté con los dientes apretados.—¿Mi hija? —preguntó sorprendido—. Mi hija es la monja.—¿Qué? ¿De qué hablas?—¡La monja de ojos azules es mi hija!—No, te equivocas… Esa mujer se llama Gianna…—No, mi hija renació en el cuerpo de esa monja, ella murió al lanzarse de un edificio, ella…—¿De qué hablas? Eso es… —Por un momento preferí guardar silencio mientras recordaba a Gianna gritando a todo pulmón que ella era Evelyn. ¿Se había vuelto loca igual que este hombre?—Era ella, lo supe cuando hablamo
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Capítulo 93: Enamorada de Christian
EVELYN VALENCIAPermanecí sentada frente al tocador, con un camisón y una bata de seda, le daba vueltas a todo lo que había ocurrido, cada vez me sentía más humillada y frustrada.—¿Puedo pasar? —preguntó Christian después de tocar la puerta. Limpié las lágrimas lo más rápido que podía y me levanté del taburete.­—Sí, está bien…Entró con una taza de chocolate caliente y un par de pastillas. ¿Por qué no había dejado que la servidumbre me lo trajera?—¿Esa es tu pijama?Agaché la mirada y no encontré nada extraño en mi atuendo.—¿Te sientes cómoda con eso?Era sensual y me gustaba sentirme así.—Eso creo —contesté dando una vuelta, aun buscando qué era lo que había de malo con mi ropa para dormir.—¡Mujeres! —exclamó antes de salir de la habitación. Apenas me tomé las pastillas cuando regresó con una tela azul a cuadros bastante pachona—. Esto es mejor.Al desdoblarla me di cuenta de que era una de sus pijamas.—Póntela… es más cómoda.—Pero…—Anda, confía en mí. Te hará sentir mejor.
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Capítulo 94: Jugó con el hombre equivocado
EVELYN VALENCIAMe levanté temprano y me puse uno de los vestidos que mi tía me había comprado en cuanto llegué a su casa. No era tan escandaloso y llamativo como la ropa que solía usar. Incluso tenía más tela. Me peiné y perfumé. Entonces me vi al espejo y la frustración me envenenó.¿Qué pretendía? ¿Verme linda para Christian? ¡Él solo vería a su hermana! Jamás se interesaría en mí, ¿cómo podría tener ganas de besarme o… algo más? Este era el cuerpo de su hermana, sería algo asqueroso.Arrojé el peine a la cama y, arrastrando los pies, abandoné mi habitación. No podía creer que lo conociera en estas circunstancias, pero es que sentía tan bonito cuando cuidaba de mí. Tenía que ser prudente y abrir los ojos, si él me procuraba era porque este era el cuerpo de su hermana, no porque yo le importara.Cuando llegué al recibidor, decidiendo si iría a desayunar o mejor daría una larga caminata para poner mis ideas en orden, una mano me tomó por el cuello con fuerza y me presionó contra la p
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Capítulo 95: Secuestradas
EVELYN VALENCIASalí corriendo de la casa y, temiendo de que pudieran atraparme, detuve un taxi cuando por fin llegué a la acera. En cuanto el auto se arrancó pude ver a Leonel y Christian corriendo hacia mí, pero era demasiado tarde.Le di al taxista la dirección de la mansión de Arzúa, con la esperanza de que Evelyn aún estaría ahí. Había cometido un error al intentar seducir a Leonel, lo admitía. Jamás me gustó la idea de meterme con hombres casados y después de las lecciones de bondad recibidas por Christian, quise hacer las cosas bien, si esta sería mi nueva vida entonces tal vez podría hacerla mejor que la anterior y tenía que empezar pidiendo disculpas.Cuando estábamos cerca de la propiedad, vi a Evelyn en los columpios del parque cercano. Le pedí al taxista que se detuviera abruptamente y le entregué el único billete que guardaba en mi botín. Salí corriendo sin saber si el pago había sido suficiente y cuando estuve a unos metros de Evelyn me detuve, mis pies se clavaron al pi
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Capítulo 96: Mejores amigas
GIANNA RICCIDesperté con la cara contra el piso y las manos atadas a la espalda. Quise levantarme o por lo menos sentarme, cuando vi a Gianna en la pared de enfrente, despierta y mareada.—Ya era hora… —arrastró la voz como si tuviera dolor de cabeza.—¿Dónde estamos?—No lo sé, pregúntale a tu papá.Inspeccioné con la mirada alrededor, tratando de descifrar el lugar y entonces lo supe, era el edificio abandonado donde alguna vez trabajó cuando yo era niña. En ese momento nos encontrábamos en el techo, cerca de la orilla.—Dijiste que habías soñado con mi vida pasada —dijo Gianna—, pero es curioso, porque yo no soñé con tu vida. Hubiera sido de ayuda para saber que Leonel era un hijo de puta y no el manso cordero que parecía ser.—Yo tampoco creí que fuera así. Cuando lo conocí era muy caballeroso y dulce, hasta que se enteró de que estaba embarazada y nos casamos. Cada noche era un suplicio y durante el día no nos veíamos. Me mantenía encerrada en la casa, aislada y escondida, como
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Capítulo 97: Imposible decir que es imposible
GIANNA RICCI—¿Cómo pudiste? ­—Me dolía el corazón de recordar mi triste infancia, de ver la sonrisa cansada de mi madre mientras ocultaba su malestar—. ¡¿Cómo pudiste?! ¡Ella lo dejó todo por ti!—¡Cállate! ¡No voy a dejar que un par de aberraciones terminen de trastornarme! ¡Son demonios salidos del infierno para tortúrame! ¡Solo hablan para herirme, para confundirme y distraerme de lo que tengo que hacer!—¡Sí! ¡Vinimos solo por ti! Trajimos el infierno a la tierra solo para ti —gritó Gianna llena de rencor. Parecía no medir correctamente los riesgos.—Investigué, fui a varios lugares, pero ninguno supo responder mi pregunta… ¿Cómo deshacerme de ustedes? —Me sacudió con fuerza y noté un atisbo de tristeza que no le duró mucho—, así que tendré que improvisar.Por fin me soltó, pero eso no me consoló, pues tomó un tubo oxidado que estaba recargado contra una de las paredes.—Evelyn murió por una caída de un edificio tan alto como este, pero la otra chica murió de un golpe muy fuerte
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Capítulo 98: Ella no se lo merece, tú sí
GIANNA RICCI—No me puedes dejar otra vez… No lo soportaría… No después de lo que ocurrió.Escuché la voz de Leonel, no sonaba feroz como la última vez, más bien tersa y dulce.—¿Cómo podría criar a Alma solo? Ella te necesita, yo te necesito, Evelyn. No podría volver a pasar por lo mismo. Si en aquel entonces no pude ser fuerte, menos ahora.»Por favor, Evelyn, despierta.Abrí los ojos lentamente, las luces de la habitación me cegaron. Cuando me di cuenta, Leonel tenía mi mano entre las suyas. Estaba llorando, consumido en el dolor. Jamás me imaginé a un hombre tan poderoso y feroz, así de destruido.—¿Evelyn? —preguntó ansioso y tomó mi rostro entre sus manos, llenándolo de besos necesitados.Al principio me asusté, pero la calidez de su amor me tranquilizó. En cuanto me abrazó intenté recordar lo que había pasado. Había muerto por segunda vez, pensé que sería definitiva, pero aquí estaba de nuevo.Antes de que sus labios se posaran en los míos, las enfermeras entraron a la habitaci
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Capítulo 99: Un rayo no cae dos veces en el mismo lugar
GIANNA RICCIContaba los segundos con la caída de las gotas de mi suero, mientras mi habitación solo era visitada por enfermeras. La tía de Evelyn no había tardado en venir cuando escuchó del incidente, mientras que mi habitación estaba desértica, solo las enfermeras entraban y salían, a veces en completo silencio que parecían fantasmas.Era algo a lo que ya me había desacostumbrado un poco.De pronto la puerta se abrió fuera del horario del personal médico, lo primero que se asomó fue un enorme ramo de flores. Eran girasoles enormes y amarillos, rodeados de algunas rosas que se veían pequeñas a comparación.Se trataba de Christian quien entró con algo de torpeza, lidiando con el enorme ramo antes de ponerlo en uno de los floreros vacíos frente a mi cama.—Lamento haber tardado… —dijo con media sonrisa—. ¿Cómo te sientes?—Bien… Creo…—No sabía cuales eran tus flores favoritas, pero estas se veían alegres y creí que e
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Capítulo 100: El arrepentimiento de su corazón
EVELYN VALENCIATodo me daba vueltas, la cabeza me punzaba y tenía náuseas. Abrí los ojos y no reconocí dónde estaba, me quité la molesta mascarilla de oxígeno y sentí un peso muy grande sobre mi cuerpo. Cuando me di cuenta, no era nada extraño o fuera de este mundo, solo un brazo y una pierna encima de mí, pertenecían a una mujer. Torcí la cabeza lo suficiente para poder ver su rostro, era el que llevaba ya bastante tiempo viendo al espejo. Sus cabellos negros picaban mi nariz y tenía la boca entreabierta, estaba roncando en mi oído.Alcé mi mano y entonces noté ese color canela adornando mi piel. ¡Necesitaba verme en un espejo! ¡Necesitaba respuestas y comprobar que no era un sueño! Tomé un mechón de mi cabello y lo levanté ante mis ojos, era castaño y esponjoso. ¡Era mi cabello!—¿Gianna? —pregunté en un susurro.—No te mueras… —refunfuñó entre sueños, abrazándose con más fuerza de mí.—Gianna… despierta —insistí dándole palmadas en el brazo, quería despertarla con suavidad, pero
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