En la mansión, Margaret seguía luchando. Un destello de esperanza apareció cuando escuchó el sonido de un coche acercándose rápidamente. Los hombres también lo oyeron y miraron hacia la puerta. Aprovechando su distracción, Margaret se liberó de uno de ellos y corrió hacia la salida, pero fue atrapada de nuevo antes de que pudiera llegar.— No tan rápido, preciosa — dijo uno de los hombres, con una sonrisa cruel.Margaret gritó, con la esperanza de que alguien la escuchara. El coche se detuvo de golpe, y ella pudo ver a Emiliano saliendo de él, corriendo hacia la mansión.— ¡Déjenla! — gritó Emiliano, su voz llena de furia.Los hombres dudaron por un momento, pero no la soltaron. Emiliano corrió hacia ellos, decidido a salvar a Margaret. Los hombres soltaron a Margaret y se lanzaron sobre Emiliano, pero él estaba preparado. Con una serie de movimientos rápidos, logró apartarlos y agarrar a Margaret, llevándola hacia la seguridad del coche.— ¿Estás bien? — le preguntó Emiliano, su voz
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