El sudor recorriendo su cuerpo, el dolor tan intenso que eriza su piel y las ganas de matar al hombre guapo, de ojos dorados y cabello largo la impulsó a pujar con mucha más fuerza. ―¡No debí esperar veinte años para esto! ―Se quejó al dejar de pujar. ―¡Te voy a matar sarnoso asqueroso! ―Apretó la mano del hombre nervioso a su lado. ―Dioses. ―Chilló cansada. ―No volveré a salir embarazada, juro que no lo haré. ―Respiró hondo, ella se siente morir. ―Lo haces bien, nena. ―Animó a su insolente. ―Nuestra hija ya casi está aquí, solo un poco más. ―¡Aaahhh! ―Mickeyla gritó con todas sus fuerzas por las nuevas ganas de pujar. ―Me voy a hacer popo, lo juro. ―Lo miró. ―No permitas que me haga popo. ―Gideon besó su cabeza. ―Nena, no importa lo que te hagas, para mí siempre serás perfecta. ―Gruñó por el nuevo apretón. ―Eso es, vamos, sigue así, nena, sigue así. ―Ya casi, luna. ―La partera sonrió. ―Tiene un pelo negro abundante. ―Micky quiso llorar, ¿Por qué no pudo parecerse a ella por lo me
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