Como siempre, Andy tiene una solución para todo y en esta ocasión no es la excepción.—No te preocupes, en el camino he comprado algunas cosas que serán de mucha ayuda para esta noche. —Comentó, haciendo sentir cálido mi corazón. Se fue al auto y regresó con muchas bolsas. Entre lo que compró venían pañales desechables, yogur, gerber, leche y biberones. Varios tipos de biberones, por si al bebé no le gustaba uno, tomara el otro.Les juro que yo lloré de felicidad, sentía unas ganas inmensas de abrazar a Andy como agradecimiento, pero recuerdo que él me odia y ni siquiera permite que me acerque a él, aun sabiendo lo mucho que he sufrido durante su ausencia.—Nuestro hijo es muy hermoso, ¿cierto? —comenté, admirando a mi pequeño, que duerme como si en el mundo no existiera la crueldad.—Es un príncipe… mi príncipe. —afirmó, con una sonrisa.—Nuestro príncipe. —Le recordé— El amor de mi vida. —Finalicé, sintiéndome incómoda de que él ya no se interese en mí como mujer, sino como la madre
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