Narra René.Cuando nos encontrábamos fuera del edificio y el frío me raspó la piel, me di cuenta que ambos estábamos desnudos.Maldigo mi desesperación interna por el calor que desde hace rato me persigue queriendo explotar, y en cuanto estoy por meterla a mi auto, el vigilante me da su chaqueta y una almohadilla sin chistar. Le agradezco con la mirada y emprendo mi viaje hacia la clínica.Marina comienza a balbucear cosas, a quejarse, y mi pecho duele hasta hacerme sollozar.Tengo mucho miedo.—Vas a estar bien, amor —le digo, tomando su mano fría que cuelga en el asiento trasero.Quisiera decir o si quiera pensar desde fondo de mi corazón que nunca he querido lastimar a las personas que amo.—¿Vas a ir con nosotros? —cuestionaba mi padre, colocando su corbata elegante.—No estoy seguro.—Bueno, decídete ya, ¿no? Solo faltan por alistarse las gemelas y Raúl, así que te da algo de tiempo para elegir.La familia se había dividido en dos.Mamá, Rodrigo, Raúl y Roxana, irían al festival
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