—Dober, espera —llamaba Hiz detrás del hombre—. ¿Por qué me ignoras?Dober bajó la velocidad en la que caminaba e inspiró hondo.—¿Qué quieres? —Preguntó—. ¿Empujarme o torturarme con tus habilidades?—Dober, por favor —pidió la joven con tono pasivo—. Discúlpame, sé que ayer me excedí, pero también intenta entenderme.—No, Hiz, entiéndeme a mí —volteó a verla, chasqueó la lengua y volvió la mirada al pasillo—. No, tú solo piensas en ti misma.—Lo sé, sé que debo cambiar más mi comportamiento. Por eso quiero hablar contigo. Estamos a semanas de unirnos oficialmente, te necesito, Dober. Es mucho estrés para mí.Dober se detuvo antes de cruzar un jardín con fuente y encaró a Hiz.—¿Crees que eres la única que necesita un apoyo? Hiz, no eres la única que carga con muchas cosas. Te pedí que me ayudaras con el trabajo, ideando estrategias, pero te negaste porque te daba miedo. Ah, pero a Jusnes le aceptaste sin meditarlo —se cruzó de brazos—. Aceptaste crear estrategias con él para el mejo
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