—Tú eres la mujer de mi hermano—dijo con pesar alejándose de míAllí donde sus manos estaban sentí un frio terrible, como si mi cuerpo se hubiese acostumbrado a él, pero era ilógico. ¿Cómo alguien como nosotras querría a alguien como él? —repitió mi conciencia y algo muy en mí interior se rompió—¿Por qué no me lo dijiste?—logré pronunciar observándolo a unos pasos de mí con la mirada fija en su espalda—Pero tú, entre tantas chicas en el reino, me notaste a mí, dejaste que calmara tu llanto, sin importar mi rostro sonreíste y…—Príncipe Nikolas—nos interrumpió Arthur— el rey solicita su presencia de inmediato—concluyó mientras los ojos de mi futuro esposo me observaban—¡Yo me quedó con ella!—se apresuró a decir y el trigueño asintió desapareciendo por los pasillosEl silencio reino por unos segundos, como si pensara las palabras correctas o el gesto adecuado para dirigirse a mí.—Escuche lo que pasó con el príncipe Nain—habló el primero y yo lo miré sin saber que decirle—No la
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