Darren.Estaba trabajando en unos papeles cuando mi madre entró en mi oficina. Como Alfa, tenía mi propia oficina en la manada.A diferencia de Sebastian, que además de ser Alfa también tenía un horario de nueve a cinco, yo no tenía eso. Mi trabajo diario era el de Alfa y eso era todo.No era multimillonario como él, pero no me iba mal. Quiero decir, ser multimillonario tampoco era tan malo. Mi dinero provenía principalmente de inversiones.“Hola, mamá”, le digo, levantándome de mi silla y caminando hacia ella para abrazarla.Ella me envuelve en sus brazos y me brinda consuelo de una manera que solo las madres lo hacen.“Hola, mi bebé”, me besa la mejilla y yo gimo.“En serio, mamá, soy un hombre adulto y todavía me llamas bebé... vamos, tengo una bebé propia”.No me malinterpretes, amaba a mi madre, pero maldita sea. Ningún hombre adulto de treinta y tantos años quiere que su madre lo llame bebé.“Bueno, siempre serás mi bebé”, sonríe.La llevo hacia el sofá y nos sentamos.
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