Todos los capítulos de LA DUQUESA REBELDE Y SUS DOS ESPOSOS: Capítulo 41 - Capítulo 50
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— Adelante – Stefano la mandó a pasar revisando algunos pendientes de la empresa. — ¿Carlotta? ¿Qué haces despierta a esta hora? ¿Te sientes mal? – dejó todo para levantarse preocupado. — ¿Me veo enferma para ti? – le preguntó y la verdad, es que Stefano la miró con mayor detenimiento. “Mierd4, si eso era estar enferma, no quería verla sana” Carlotta andaba con una bata de dormir oscura, discreta y cerrada, pero el cabello con suaves ondas, medio humedecido por la ducha, un color sonrojado en toda la piel y había un aroma desconocido en el aire. Stefano lo sintió en cuanto se acercó a la Duquesa, era un olor exótico y embriagador que lo estaba hechizando. — No, te ves muy bien – le respondió algo ronco. ¿Qué estaba sucediendo aquí? Sentía que el ambiente había cambiado. — Traje un té de medianoche, siéntate en el sofá, descansa un poco de trabajar. Pensé que un Duque siempre andaba siempre echándose fresco en… bueno… sabes, sin mucho trabajo. Carlotta hablaba algo nerviosa, mi
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El morbo del momento se fue a volar por la ventana. Carlotta reaccionó primero, tapándose los senos con las manos y levantándose con torpeza para recoger la bata sobre la alfombra y ponérsela. A Stefano, en vez de nerviosismo, lo que le daría, sería un dolor terrible en las pelotas. Miró a su entrepierna, bien abultada, la polla casi afuera y con restos húmedos del coño de la Duquesa. Debería tener ahora mismo cargo de conciencia por haber estado a punto de romper su promesa con Valentina, sin embargo, la verdad, lo único que sentía era una gran frustración. Toc, toc — Stefano, ¿de verdad vas a crear esta barrera entre nosotros? Solo por esa muj… — Valentina, dame un momento. Stefano le habló, medio molesto y exasperado, acomodándose el saco, cerrándolo adelante a ver si tapaba algo el pico del Monte Everest en su entrepierna. Un descuido y Valentina, sin saberlo, hablaría con Carlotta presente, del asunto privado entre ellos. — Carlotta, yo… — Está bien, creo que no era un
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— ¡No, no hables en pasado, sé que aún me deseas, solo estás confundido por esa mujer, ella es una put…! — ¡¡Valentina!! Stefano la tomó por los hombros con fuerza, haciéndola enfrentarlo. — Si ahora mismo te digo que me alejaré de Carlotta, incluso que le pido el divorcio, todo para que te conviertas en mi mujer, ¡en mi verdadera mujer!, no la falsa hermana, no más roces o palabras solapadas, ¡no! — La mujer que se va a acostar en mi cama y abrirá las piernas para mí, ¿lo harías? — Dime, ¡¿lo dejarías todo por estar conmigo?! Stefano la presionó como nunca, como tenía de haber hecho hace mucho tiempo. Sus ojos agudos miraban dentro de los de Valentina, que se encontraban en pánico y la resistencia era obvio en ella. Claro que no dejaría su puesto fácil y cómodo. Por supuesto que no haría ningún sacrificio por los dos, ella siempre era la que recibía, nunca había dado nada a cambio, solo falsos sentimientos. — Stefano, no me hagas esto, tú y yo estábamos bien, esa mujer…— hip
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Los ojos cafés lo vacilaban y parece que a ella le gustaba mucho lo que veía, a él le encantaba lo que ella le mostraba. — Ste…Stefano ¿qué haces a…aquí? De repente, Carlotta se sintió acorralada cuando el enorme cuerpo masculino ocupó también la ducha. — Creo que ambos sabemos lo que hago aquí, Duquesa. Stefano le respondió ronco, sin disimular para nada su lujuria o sus deseos. No más fingir, no más pensar en el mañana, hoy deseaba a esta mujer a morir y la tendría. — ¿Y si ahora no quiero? ¿No se molestará tu hermanita? Carlotta dio un paso atrás haciéndose la difícil, su espalda chocó con la fría pared, estaba sin escapatoria. El Duque se abalanzó sobre ella como un depredador a la presa, agarrando su cabello mojado por detrás, alzándole la cabeza y haciendo que sus labios se pegaran a los suyos. Debajo, sus dedos se colaron por entre las piernas de Carlotta y se hundieron sin misericordia, directo en el centro del coño humedecido y resbaloso. — Mmm aahh… La Duquesa no
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Un tiempo atrás, en el despacho… Valentina sintió unos pasos acercándose y tosió con más fuerzas, al punto de que ya le dolía la garganta. — ¿Vale, estás bien? Entró Beatrice cerrando la puerta de la oficina, detrás de ella. — Ah, ¿por qué estás aquí?, ¿dónde está Stefano? – le preguntó en malas formas y sin nada de falta de aire. Beatrice enseguida caminó hacia ella, tomándola por los hombros y bajando la cabeza para hablarle al oído. — No seas idiota, que no sabemos si el Duque tiene cámaras aquí, disimula – le susurró. — Mamá, no aguanto más, cof, cof, cof… lo lamento por hablarte así, es que siento que quiero morir, Ste…fano... ya no me quiere… El show continuó y las lágrimas de Valentina comenzaron a caer de nuevo, abrazándose a Beatrice. Lo que le faltaba a Carlotta de artista, a ella le sobraba. — Mi niña, no te pongas así, vamos a la habitación, vamos, no quiero que te dé un ataque peor – la levantó hablándole con paciencia. — Disimula con los empleados, Valentina,
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Esa misteriosa mujer que todos decían era la amante del Duque, ¿era en realidad la Duquesa?— E…entiendo señor…— No es una información que puedas divulgar aún, pero es para que sepas, el nivel de importancia que tiene Carlotta. Tú trabajas para los Duques de Vallucci, los actuales, no lo olvides.Stefano la miró fijamente.— No lo olvidaré, señor, cuidaré bien de la Duquesa y cualquier cosa referente a ella, se lo comunicaré enseguida – la mujer prometió.— Bien, espero mucho de ti, si veo tu utilidad, te quedarás fija en el puesto del ama de llaves y siempre piensa, que lo que sea que te ofrezcan, si vienes a mí, yo te daré más.— Sí, sí, señor – la alegría de la mujer era evidente.Sabía muy bien qué bando elegir, esta oportunidad no la perdería.— Contrata a una asistente estilista y que llene el vestidor del cuarto contiguo, con todo lo necesario para Carlotta, de pies a cabeza – ordenó por último saliendo a trabajar.Se había dado cuenta de que esa testaruda mujer no había movid
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Carlotta acomodaba las chaquetas, blazer, sobretodos, abrigos de pieles, plumas y cuanta extravagancia costosa trajeran los invitados.Trabajaba en conjunto con otra chica que atendía en el mostrador y recogía las prendas.Todo debía hacerse impecable, ninguna arruga en las ropas, nada roto, perdido, ni manchado.Le habían dado hasta un uniforme de saya de tubo negra y blusa elegante blanca.El Duque de Vallucci y su familia, llegaron a la antesala.Casualmente, Stefano había sido saludado por un socio de negocios y su querida hermanita, amablemente, fue la que le llevó el sobretodo a colgar.Valentina esperaba a que una señora recalcitrante delante de ella entregara su abrigo lleno de plumas y fanfarrias.— Verdad que hay cada gente con cada mal gusto – se burló susurrándole al oído a su madre.En eso, algo muy curioso sucedió.Mientras la señora daba instrucciones para acomodar su ropa, se metió la mano al bolsillo donde llevaba una reluciente y costosa pulsera.Al sacar la mano de
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Por alguna razón, al verlas a ellas dos tan arregladas y delicadas, al elegante Duque y mirarse ella, con su uniformito, del cual estaba tan orgullosa minutos atrás, la hacía sentir como una ilusa y soñadora. No debía ilusionarse con Stefano Vallucci, no importaba lo que hubiese pasado entre ellos, ella no era más que la esposa secreta, la falsa Duquesa, el desahogado del hombre. Lo sabía desde el inicio, ellos hicieron solo un acuerdo. Bajó la mirada y se vio a las bailarinas negras. — ¡35 millones! – de repente, cuando casi se vende el collar a otro caballero, la voz fría del Duque se escuchó. Carlotta no quería ni mirarlos, ya se imaginaba la cara de alegría de la Valentina, seguro Stefano compraba para ella. 35 millones para una mujer y ella sintiéndose como una basura por pedirle 40.000. — Vendido por 35 millones al Duque de Vallucci. Después de hacer el conteo, nadie más se atrevió a subir esa derrochadora cifra. La gargantilla de oro blanco y diamantes perfectos de la
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050
Stefano se había retrasado en el tema del pago y el traspaso de la gargantilla que había comprado en la subasta.Cuando salió al fin en la búsqueda de Carlotta, se encontró con que todos estaban en la antesala por un escándalo.El Duque de repente tuvo una mala premonición.Apartó sin mucha paciencia los invitados en su camino y al llegar al frente la vio.Carlotta siendo humillada delante de todos y llamada ladrona.Ni siquiera lo pensó un segundo para dar un paso al frente, sin embargo, alguien lo detuvo agarrándolo sutilmente del brazo.— Duque, piense en su imagen, nadie debe asociarnos con esa mujer, sería un escándalo.Beatrice le susurró por lo bajo, pensando siempre en la “casa ducal”.— No me quedaré sentado ante esta injusticia.A pesar de saber que no le convenía para nada inmiscuirse con una supuesta ladrona desconocida y defenderla a santo de qué, Stefano no voltearía el rostro y haría como si nada.Solo un segundo fue retenido, sin embargo, bastó para que otro hombre se
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051
— Stefano, ya has dado bastante de que hablar hoy, no olvides tu posición y la imagen de la familia. Ya la gente está murmurando, esa mujer te está perjudicando. — Lo único que está perjudicándome, es que justo ahora, estés persiguiéndome siempre de manera tan pesada. Supongo que así te sentías antes, cuando estaba obsesivo sobre ti. Se giró dándole una mala contesta. — Lo… lo lamento, yo solo… no quería que hablaran de ti - Valentina bajó la mirada con los ojos rojos. A su alrededor no había casi peatones y la acera se iluminaba por la luz de los escaparates adornados de las tiendas. — Valentina, ¿tuviste algo que ver o madre, con lo que le sucedió hoy a Carlotta? - le preguntó de repente por lo claro. — ¿Qué? Stefano, ¿cómo se te ocurre que haría algo tan bajo? Tú me conoces, no importa la relación ahora entre nosotros, me conoces desde pequeña. — Me estás hiriendo Stefano, al creer que yo sería tan ruin, no te imaginas cuanto me estás lastimando por ella. Las lágrimas caía
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