MARCOS SAAVEDRAKatia era adictiva, su olor, su sabor, el calor de su piel y sus gemidos y ronroneos. Fue una experiencia embriagante, una droga potente, un ángel que escondía pecado y placer entre sus piernas. Inocencia mezclada con deseo. Las horas pasaron, la noche nos encontró, pero el ardor de mi piel no cedió. No paré en toda la noche hasta que pude notar su agotamiento. Sus brazos y piernas parecían de trapo, tal vez me había excedido en su primera vez, porque sí, efectivamente era su primera vez, me lo confirmó esa mancha carmín sobre las sábanas. Me dejé caer a su lado, aun con energía suficiente para continuar, pero intentando ser benevolente por primera vez en el año. Giré mi cabeza sobre la almohada, encontr&aa
Leer más