Capítulo setenta y cuatro: No soy un asesino —¿Por qué estás lleno de sangre, Praxis? —Eso no es importante ahora, mi pequeña esposa. Vamos —la tomó de la mano para que se metiera al vestidor—, ponte ropa. Tenemos que ir a la casa de tu padre ahora. Ella bufó. Aquella no era la casa de su padre. Su padre ya no tenía nada, ellos mismos se habían ocupado de quitárselo todo y aunque se lo merecía ahora que estaba muerto no era lo mismo. Un defecto humano de justificar a los muertos. Cuando Thalia llena de preguntas sin respuestas se metió a vestir, Praxis respondió el teléfono que no dejaba de sonar. —Dime que mi hermano no ha hecho ninguna... —Lo siento, señor. Estamos en comisaría, el señor a intentando secuestrar a una chica y ella le ha denunciado. La policía se lo ha llevado detenido y no me dejan verlo, quieren que venga un familiar o su abogado. Praxis respiró hondo, casi aliviado de saber que Athos tenía coartada para lo que les vendría encima. —Dime algo Arturo... —Lo
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