Ulrich, con su típica expresión adusta, avanzaba con pasos firmes hacia el campo, sus guardias reales siguiéndolo de cerca. Phoenix, su fiel esclava, caminaba a su lado, observándolo con una mezcla de temor y curiosidad. Era un día claro y soleado en el Reino del Norte, pero la irritación de Ulrich flotaba en el aire como una tormenta a punto de estallar. Al llegar al campo, se encontraron con Finnian, el Rey de las Dos Islas, esperándolos. Ulrich miró a Finnian con expresión desconfiada."No recuerdo haber concertado nada contigo", dijo, su voz cargada de autoridad.Finnian miró a Ulrich con una sonrisa tranquila."Envié a mi emisario hace algunos días y recibí una respuesta positiva con el sello de los ancianos de tu reino", explicó.El semblante de Ulrich se endureció aún más."¿Y quién se atrevió a firmar esa carta? Me encargaré personalmente de ese anciano impertinente", gruñó, su paciencia agotándose rápidamente.Finnian simplemente sonrió, como si estuviera acostumbrado a los c
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