El vapor subía lentamente del agua caliente de la bañera, creando una cortina que envolvía a Phoenix como un capullo protector. Arabella y Eloise estaban cerca, cada una en silencio, pero la tensión en sus cuerpos era evidente. Phoenix, con los ojos cerrados, sentía la inquietud de las dos, pero se permitió un momento de paz, o al menos lo intentó. El silencio se volvió insoportable."Hablen de una vez lo que quieren," dijo Phoenix, sin abrir los ojos, su voz cargada de irritación.Arabella vaciló, mirando a Eloise en busca de apoyo, pero al no encontrarlo, dijo nerviosa:"No es nada, mi reina."Eloise, temblando ligeramente, intentó confirmar:"De verdad, no es nada, mi reina."Phoenix abrió los ojos, la paciencia desvaneciéndose rápidamente. Sabía que algo estaba mal, que las damas estaban escondiendo algo de ella."Sus cuerpos d
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