Todos los capítulos de LA ESPOSA VIRGEN DEL INDOMABLE CEO PARALÍTICO "Cautiva.": Capítulo 111 - Capítulo 120
121 chapters
111. La desolada melancolía
Lorenzo “El Don Nadie…”Alguien que quería ser alguien. Sus ojos azules son uno con el tono rojo de sus ojos cristalinos. Asegura entre sus brazos a su bebé sin dejar de atisbar a Giussepa quien ya termina el relato con ojos decepcionados, un rostro plagado por los recuerdos dolorosos y un corazón roto por sentir el mismo dolor que un corazón que pertenece a una madre. El pestañeo en los ojos de Angelina le permiten a las lágrimas deslizarse en las mejillas que ya están bañadas de las mismas. El aturdimiento vuelve al cuerpo de Angelina de forma vasta, como si tocara con suavidad sus mejillas, pero no es algo por lo que siente enojo o algo parecido. Lo único que profundiza sus ojos abiertos por el relato que suena demasiado irreal para creerlo es la entrega de otro anhelo. El cariño de un padre.Angelina coloca los ojos temblando, es decir que pestañean una y otra vez dejándole a la mente que se tome su tiempo para procesar todo lo que escuchó. ¿Su padre? Aún recuerda las palabr
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112. "Nuestra felicidad."
—Entiendo perfectamente…—Genoveva responde dando a entender con el tono de su voz que está de acuerdo—, por mí no hay qué preocuparse. Haré lo necesario para que mi hija y mi nieto tengan justicia —Genoveva vuelve a mirar al pequeño Gianluca. Todos sus gestos dejan ver una delicadeza dolorosa que sólo logra llenarlo pidiendo con los ojos mientras sonríe—, ¿Puedo cargarlo…?Angelina mece a su bebé mientras le da otro beso.—Por supuesto que puedes, mamá —Angelina se lo entrega, y una vez más, Genoveva rompe a llorar pero en silencio, completamente absorta en éste niño que ilumina por completo el salón y a los presentes. Angelina siente el abrazo de Giancarlo por su cintura y se acerca a él, descansando su mano en su pecho. Sube la mirada cuando siente el beso en su frente. Por un instante cierra los ojos quizás mucho más embelesada que antes. Tener a Giancarlo aquí y ahora es sentir ese amor que cada día crece aún más. —¿Cómo supiste que Giuseppa?—Cuando sostuve ésta mañana al niño
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113. Una pista para hundir a la oscuridad
—Ya está dormido…Angelina expresa. Está de brazos cruzados mientras observa detenidamente a Gianluca boca abajo en los brazos de las nubes soñando ya como un ángel, el ángel que ya ha llegado a su vida para cambiar por completo su rumbo y su destino. Un destino atado al hombre que suavemente deja su mano en su cintura y se acerca a besar su cuello de manera delicada, tanta, que envía ese escalofrío inevitable por todo su cuerpo solo para que se forme una sonrisa pequeña en el rostro de Angelina. —¿Esto es un sueño…? —pregunta Angelina descubriendo su cuello para darle camino a los labios suaves de su esposo. —No lo es, para nada que lo es, mi amor —Giancarlo se dirige hacia su mejilla y dentro de poco decide abrir los ojos para darse el gusto de ver con una sonrisa a Gianluca completamente dormido—, pero es nuestro sueño. Ya nadie nos arrebatará nuestros sueños, nunca más. —Míralo, cariño. Tan sólo míralo.. —Angelina da una hermosa sonrisa de emoción contemplando al bebé de hermos
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114. Por los que ama
De por sí cada mención de Damiana De Santis fastidia e irrita de pies a cabeza a Angelina. Es una reacción normal que abrace más a su pequeño y tome aire con fuerza. —Entonces iré de inmediato —Angelina no deja que ese sentimiento de repudio la consuma. La felicidad que siente por tener en sus brazos a su niño es irreal, y nada lo eclipasará—, Fabrizia, cuando termine la reunión te buscaré, ¿De acuerdo? —Como usted diga, señora —Fabrizia no duda en sonreír desviando los ojos hacia Gianluca—, adora estar en sus brazos porque siempre llora cuando no quiere que lo carguen —la melancolía pinta sus rasgos jóvenes—, él lo sabe. Angelina gira a su bebé quedando Gianluca mirando hacia atrás, sumergido en el juguete que ha adoptado ya como suyo. —Ambos lo sabemos, ¿Verdad, mi príncipe azul? —expresa Angelina. No pasa tanto tiempo para que sus ojos caigan en los encantadores de Fabrizia—, regreso en un momento. Angelina se da la vuelta para no perder otro segundo más lejos de Giancarlo.
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115. Nunca subestimes
—¿Está todo bien? De regreso con su esposo e hijo, Angelina guarda el teléfono una vez más en el bolsillo, sonriéndole a Giancarlo cuando lo tiene frente a ella, así que se inclina para responderle con un beso que sabe a gloria en estos momentos. Da otro beso, y luego otro. —Estoy perfectamente bien —responde Angelina enderezándose, bajando los ojos ahora hacia su bebé quien de una vez comienza a hacer pequeños gimoteos que sobresalen de sus labios cuando observa a su mamá—, ¿Qué sucede, mi amor? Ven con mami, ven…—Gianluca alza los brazos. Angelina sonríe, tiernamente, hacia su pequeño quien ya se oculta en su cuello—, es el niño de mamá, lo lamento, cariño. Giancarlo responde con una pequeña sonrisa. —Deberíamos entrar, está oscureciendo —Giancarlo pasa la mano por la cintura de su esposa hasta llegar a su trasero—, tengo cosas qué hacer contigo. —¿En serio? —Angelina mece a su bebé una vez comienzan a caminar lejos del hermoso patio hacia la mansión—, ¿temas importantes? —Te
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116. "Quiero protegerte"
—¿Cómo fue posible que lo hayan capturado? ¡Gabriel Mancini está preso! —Genoveva camina detrás de Angelina mientras ella se quita el sombrero, aún con el temblor en el cuerpo que había encerrado para llevar a cabo esto—, ¡Hija! —Estoy bien, estamos bien —Angelina se detiene, girándose a tomar las manos de su madre con una pequeña sonrisa—, Gabriel no volverá a salir nunca de prisión y por muy Mancini que sea, será llevado a un juicio. Tendrá un juicio con pruebas. —¡Angelina eso fue muy peligroso! ¡¿No pensaste en las consecuencias si Gabriel se enteraba que estabas ahí?! ¡Pudo hacerte daño! —Genoveva expresa, con el temor de esa posibilidad—, Dios, Angelina. ¿Cómo pudiste hacer eso? —Porque no iba a tener otra oportunidad, mamá —Angelina deja el sombrero a un lado, con sus ojos tornándose pesarosos por lo que significa que Gabriel esté tras las rejas—, pero todo estaba bien. No estaba sola y eso es lo que importa. Ayer en la noche cuando estabas durmiendo hablé con Giancarlo. T
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117. Encuentro con el diablo
—No es lo que quiero escuchar, Angelina… —Cielo, no puedes detener lo inevitable —Angelina se levanta sosteniendo a Gianluca de espaldas hacia ella, así que el niño puede ver a su padre cuando alza los brazos pidiendo que sea él quien lo cargue—, no puedes hacerlo, mi amor. Haré todo lo que esté al alcance de mi mano para que no sólo sea Gabriel sino también los demás. No puedes tenerme aquí siempre. —Si puedo —Giancarlo agarra a su pequeño con un solo brazo, y Gianluca de una vez reposa su cabeza en su hombro, abrazando su cuello—, si puedo, Angelina. Pero lo haces muy difícil. Estaba esperando el momento donde ese cretino pusiera sus dedos sobre ti para despedazarlo con mis propias manos. No vas a volverte a exponer tu vida de esa forma, y que sea la última vez —Giancarlo gira el rostro para dejar un beso en la frente de Gianluca, aún con los ojos abiertos y sosteniendo su chupete con la boca para que no caiga. De seguro no quiere hablar y sólo quiere dormir, tal cual lo demuestra
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118. Escaleras hacia el averno
—Vete de aquí, Angelina. No tienes nada qué hacer en este lugar…—Damiana amenaza desde su posición, observándola de arriba hacia abajo—, sé que eres más inteligente que esto. —Ser inteligente según tú, me ha llevado a este lugar y estoy muy bien aquí. Damiana no responde al momento en el que Angelina termina por hablar. —¿Dónde está Cecilia? —pregunta por ella. —Pagando lo que le hiciste hacer —Angelina no sabe cómo puede controlar la furia de todo su cuerpo mientras observa la inmensa y casual mirada de Damiana. Siempre ha sido así, y tampoco busca intimidarla. Sólo quiere dejar las cosas en claro—, pero no te funcionó…—Angelina mueve la cabeza. —Me han dicho que un hermoso niño vive contigo —Damiana muestra una pequeña sonrisa—, ya te habrás dado cuenta que yo nunca tuve a tu hijo. —Fue por ti y por Marcelo, fueron tus órdenes y tu cooperación con Marcelo. ¿Por eso casaste a mi madre con Carlo Sorventi? ¿Siempre supiste que Marcelo era su hijo? —Angelina no ha podido dormir
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119. Debes saber a quién engañas
—¿¡Angelina?! Una vez Angelina ve nostalgia la situación de Damiana a la puerta de la oficina se abre estruendosamente. Se trata de Nicolai, quien la busca desesperado. Al ver a Damiana en el suelo, toma aire y cierra los ojos. Angelina lo mira por el hombro. —No durará mucho la reacción, quizás media hora. Tienen que llevársela antes de que logre escaparse —Angelina no siente ningún remordimiento y da un paso hacia atrás mientras Nicolai se acerca a Damiana—, estuvo a punto de escaparse porque para éste momento Gabriel debió haber soltado todo. —¿Todo está bien! ¡Por Dios ! —Annalisa junto a Massimo entran a la oficina, sorprendiéndose de lo que observan sus ojos. Fue Annalisa quien gritó sobresaltada—, Dios mío. —La policía ya está aquí —Massimo no tarda en decir, mientras su hermano coloca a Damiana en el sillón, desmayada—, no puedo creerlo. —Si no hacíamos nada esta mujer se escaparía del país para siempre. ¿Qué crees que haría una vez estuviese afuera? Mandaría a mat
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EPÍLOGO
Le sorprende a Angelina las palabras que dice el juez en cuanto a la situación de Damiana: cadena perpetua. Con su edad, no sabe si logrará sobrevivir, pero no siente algún remordimiento cuando la sentencia ya es un hecho. Hay muchos cargos en contra de Damiana que no la dejan tener libertad condicional, y si fuese asi no dejaría nunca que alguien la dejara en libertad. Los involucrados observaron la decadencia de una mujer que llevo el prestigio de una familia que por varias décadas fue dueña de una ciudad entera. Por varios días el caso de Damiana De Santis opacó incluso el de Gabriel; quien también había tenido su juicio pero no fue público ya que Gabriel confesó muchas barbaridades cuando no tuvo de otra. La familia de Giancarlo estuvo en el escándalo por días, incluyendo a Úrsula y a la propia Nina. Giancarlo no pudo creer que su madre haya sido cómplice de Marcelo para desaparecer a su propio nieto. —También estoy sorprendida…—murmuró Angelina al tocar el rostro de su
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