115. Nunca subestimes
—¿Está todo bien? De regreso con su esposo e hijo, Angelina guarda el teléfono una vez más en el bolsillo, sonriéndole a Giancarlo cuando lo tiene frente a ella, así que se inclina para responderle con un beso que sabe a gloria en estos momentos. Da otro beso, y luego otro. —Estoy perfectamente bien —responde Angelina enderezándose, bajando los ojos ahora hacia su bebé quien de una vez comienza a hacer pequeños gimoteos que sobresalen de sus labios cuando observa a su mamá—, ¿Qué sucede, mi amor? Ven con mami, ven…—Gianluca alza los brazos. Angelina sonríe, tiernamente, hacia su pequeño quien ya se oculta en su cuello—, es el niño de mamá, lo lamento, cariño. Giancarlo responde con una pequeña sonrisa. —Deberíamos entrar, está oscureciendo —Giancarlo pasa la mano por la cintura de su esposa hasta llegar a su trasero—, tengo cosas qué hacer contigo. —¿En serio? —Angelina mece a su bebé una vez comienzan a caminar lejos del hermoso patio hacia la mansión—, ¿temas importantes? —Te
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