Cuando creí que ningún hombre podría cambiar por amar a una mujer, siempre lo pensé así, desde mi fallido matrimonio con Alan nadie me quitó esa idea de la cabeza, no hasta que Sebastián entró a mi vida, con una sonrisa estúpida de enamorada, lo veo en silencio dormir, se vela tan lindo, incluso pude notar que sus pestañas eran encrespadas, algo que ni siquiera había notado en todo este tiempo. Al verlo a él, por mi cabeza se me pasaba un sin fin de imágenes, imaginando a mi bebé , como si fuera igual a él, de apuesto y que herede sus ojos, sin evitarlo me re sola pues me emociona la idea de formar una familia con el hombre de mis sueños. —Si me sigues viendo de esa forma, voy a repetir lo de anoche. —murmura besando mi frente. —Buenos días.—Buenos días. —besé sus labios castamente abrazándolo. —Bueno, para mí no estaria mal repetirlo. —elevo ambas cejas invitándolo a hacerlo.—Lo siento pero no. —me besa nuevamente antes de levantarse, Ya es demasiado tarde y recuerda que hoy te
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