Son las cinco en punto de la mañana cuando Evangeline se remueve en la cama junto a su hijo. No ha podido dormir nada. Tiene el corazón hecho un nudo de dolor. Llora de impotencia, miedo y decepción.Escucha ruido, pasos, y luego, la puerta de la habitación de Milán. Se queda estática al saber que se trata de Magnus. Su corazón se acelera mientras su rostro se hunde en las manitos de su hijo. Siente cuando el ojiazul se va, y exhala un poco el temor.Entonces, curiosa, se levanta y abre la puerta un poco. Todos duermen en el mismo piso, así que puede ver cómo Magnus entra a la habitación principal. Eva cierra la puerta, recuesta su frente de esta, con la garganta seca, pensando cómo diablos podrá huir. Pierde algunos minutos allí, solo pensando, y quiere intentar dormir, pero escucha gritos en la habitación continua.—¡¿Que hiciste qué?! —es la voz de Irina.—¡Amenazó con delatarnos por las vacunas, y por haber mandado a matar a mi padre!, ¡no iba a dejarlo ir!El corazón de Evangelin
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